¿Por qué la UNESCO lo distinguió como patrimonio mundial de la humanidad? ¿Por qué despierta una irrefrenable pasión entre los turistas de todo el mundo que lo visitan? Lo distinguió porque reúne las condiciones de poseer fenómenos superlativos de belleza natural.
Hace cinco años lo visité por última vez y no creo que lo olvide mientras viva.
En esa oportunidad mi anfitrión fue el guardaparque Lorenzo Esquivel, un fanático trotamundos que plantó raíces allí porque se enamoró de tanta biodiversidad. Fue el presidente Agustín Pedro Justo quien el 11 de mayo de 1937 declaró reservas nacionales a cuatro territorios de la Patagonia: la Reserva Nacional Lanín, el Perito Francisco P. Moreno, Los Glaciares y la Reserva Nacional de Los Alerces. Este último se encontraba en el territorio nacional del Chubut y sus límites fueron determinados en una extensión de 259.570 hectáreas (2596 km2). Fue sin dudas un visionario.
Años más tarde fue el presidente Edelmiro Julián Farrel quien transformó la Reserva en Parque Nacional. Básicamente, fue creado para proteger los bosques de alerces, que llegaron a estar en peligro de extinción, ya que se trata de una de las especies árboles de mayor longevidad del planeta. Los ambientes de la llamada área protegida tienen un clima frío de gran estacionalidad porque los inviernos son lluviosos y con nevadas, mientras que los veranos son secos con noches frescas. Resaltan su belleza un complejo sistema lacustre de numerosos ríos, arroyos y espejos de agua, además de poseer uno de los glaciares más conocidos, el Torrecillas, con vistas panorámicas imperdibles.
La flora, la fauna y los ríos
“Nunca le faltará agua a todo lo verde que crece en el parque, porque son nueve los lagos que encierra este increíble lugar: el Futalaufquen, el Menéndez, el Rivadavia, el Krüger, el Cisne, el Lago Chico y el Amutui Quimei. Este último es un embalse originado por el complejo hidroeléctrico Futaleufú, que cruza la frontera con Chile, desembocando posteriormente en el océano Pacífico a través del río Yelcho”, me explica en detalle Esquivel.
Las persistentes lluvias a lo largo del año transforman a esta región en uno de los bosques más ricos en vegetación, destacándose el alerce, una gigantesca conífera que en los inicios del siglo veinte estuvo a punto de desaparecer por la explotación descontrolada. ¿Qué hubiera sido de la Patagonia argentina sin el trabajo de protección de Parques Nacionales? Los gigantescos ejemplares de alerces poseen una edad estimada en cuatro mil años y alcanzan un altura de más de setenta metros y casi cuatro metros de diámetro. Me cuenta Esquivel que el célebre capitán del Beagle, Robert FitzRoy, registró uno de casi trece metros de diámetro. Y fue Charles Darwin quien nombró a esta especie Fitzroya cupressoides, en homenaje al explorador inglés.
En cada punto de ingreso al área protegida el visitante recibe la información que requiera en la Jefatura de Guardaparques, porque para conocerlo hay más de veinte senderos peatonales y numerosos caminos vehiculares. La Villa Futaleufquen es el único asentamiento urbano con unas cincuenta viviendas y doscientos habitantes, la mayor parte empleados de la Administración de Parque Nacionales con sus familias, más gendarmes y los docentes de la escuela.
En el parque anida una gran diversidad de aves como el cóndor, el chucao, la cotorra austral, el aguilucho, la paloma araucana, entre otros. En lo que a mamíferos respecta, hay registros de la nutria patagónica, el ciervo huemul, el ciervo colorado, el jabalí y el peligroso puma. Para quienes quieran conocer el Parque, dentro de él se pueden alojar en la ciudad turística Villa Futalaufquen, en la cual se halla la Intendencia, el Centro de Informes y el Museo, que además se ocupa de extender los permisos de pesca. El lugar cuenta con estación de servicio, restaurante, proveeduría, camping, cabañas y hosterías en alquiler.
¿Cómo acceder? Se lo puede hacer por la localidad de La Cholila por la Ruta Nacional 40 o por la ciudad chubutense de Esquel. Desde allí por la Ruta Nacional 259, empalmando con la provincial 71 que atraviesa el área protegida en dirección norte-sur.
Los primeros habitantes
Los primeros habitantes de la región fueron grupos de cazadores que se asentaros hace más de 3.000 años en el valle del río Desaguadero. Aún se encuentran cuevas con pinturas rupestres con figuras humanas, muy parecidas a las conocidas en el noroeste de la Patagonia. Ya en el siglo XVI llegaron los principales grupos de tehuelches que modificaron su vida al entrar en contacto con los españoles. Un siglo después está documentada la presencia de mapuches que aún hoy viven en las zonas aledañas al parque.