Ciencia e Industria
Hongos comestibles: Un mercado en crecimiento
Por Lucas Argüelles
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Si bien aún no han penetrado del todo en la mesa de los argentinos, el cultivo de hongos comestibles es tan beneficioso como interesante. Nuestro país cuenta con especiales cualidades para explotar el mercado de este alimento, cuyo consumo trae una gran cantidad de beneficios.
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Tené siempre a mano contenido exclusivo y de alto valor para conectar con nuestra Argentina querida.
Pablo Postemsky es biólogo recibido en la Universidad del Sur de Bahía Blanca, ciudad en la que hizo toda su carrera, e investigador del CONICET. A partir de 2005 continuó su formación de posgrado sobre cultivo de hongos comestibles y medicinales, para luego llevar adelante el profesorado. Es decir, se trata de un verdadero especialista de la materia. Y si bien esta rama de la biología no era su pasión desde chico, se le presentó la oportunidad de trabajar en ella para un prestigioso laboratorio y desde 2006 se ha especializado en la investigación, desarrollo y docencia en esta área.

“En la Argentina, en un principio, allá por la década del ‘90, el principal fin del cultivo de hongos era el de reciclar la materia orgánica, como una suerte de compost. A medida que se fueron conociendo la enorme cantidad de propiedades de estas especies, comenzó a perfilarse como un alimento saludable, especialmente por su gran cantidad de proteínas, vitamina D y fibras especiales. A partir de ello, comenzó a generarse una demanda y un mercado creciente en la Argentina, lo que ha creado una cadena de producción muy ajustada, pero beneficiosa para múltiples sectores y autosustentable en muchos aspectos.”, comenta Postemsky.


Una pregunta base. ¿Qué son los hongos?

Los hongos son un grupo único de seres vivos, con reino propio y que si bien comparte características con las plantas y los animales, son muy diferentes. Poseen pared celular y son sésiles (no se desplazan), como las plantas, pero no realizan fotosíntesis. sino que son heterótrofos, como los animales. En el mundo, hasta el momento, se conocen unas 70.000 especies de hongos. Y están compuestos en un 90% de agua, por lo que aman –y necesitan- la humedad.


Se trata de un alimento muy popular y utilizado en una gran cantidad de países y en continentes enteros, como Europa o Asia. Allí, la recolección y consumo de hongos como alimento es parte importante de la dieta de sus habitantes. Más allá de la creciente demanda, es real que en la Argentina aún no ha logrado la penetración en la cocina de las casas. Al no ser parte de la dieta ni la cocina tradicional, su consumo depende mucho de la difusión que pueda tener en distintos medios de comunicación y a través de distintas celebridades del ambiente gastronómico.


Cada habitante de nuestro país consume en promedio 30 gramos anuales. En cambio, en los países europeos y asiáticos el promedio anual de consumo de hongos va de los tres a los nueve kilos por persona.

“Hay más de una forma de conseguir hongos comestibles. Una es ir a un bosque y encontrar hongos simbióticos con los árboles; por ejemplo, los pinos. Si bien estos son los más populares, no se trata de un método cultivable, sino que se consiguen únicamente a través de la recolección, ya que el hongo necesita los nutrientes que consigue a través de la simbiosis con el árbol. Bueno, claro, habría que generar un bosque. Pero hay que tener cuidado, ya que hay especies que pueden ser tóxicas. Las especias más conocidas de este tipo en la Argentina son las girgolas y los shiitake.”, relata Pablo.


“En un principio cultivábamos hongos en cáscaras de girasol. En la actualidad se emplean mayormente residuos agroindustriales, que por lo general se descartan y son incinerados. Otra parte, en cambio, se utiliza para hacer camas para caballos y gallinas.** El potencial de Argentina en el mercado de los hongos es enorme**, principalmente por la cantidad de desechos agroindustriales que se generan. Como ejemplo, un rollo de 400 kilos de paja, de biomasa, es potencialmente equivalente a 400 kilos de hongos comestibles. Es un proceso industrial en permanente desarrollo y que involucra muchas partes, con beneficios para distintos sectores de la sociedad.”, destaca Postemsky.


Previsiblemente, la especie más popular en nuestro país al día de hoy es el champiñón blanco. El cultivo de esta variedad comenzó hace más de 80 años en nuestro país, lo que lo convirtió en uno de los pioneros de la región. Una champiñonera en la Argentina es una empresa que puede tener entre 100 y 150 empleados. Se suelen realizar turnos de 30 personas, ya que la cosecha debe ser permanente y a gran escala.

Para ello todos los días llegan camiones con la paja y la bosta de los caballos de los hipódromos de distintas regiones, que sirven de camas para que los hongos crezcan.

“En la naturaleza se verían luego de un día de lluvia, en un campo en La Pampa, donde hay bosta de caballo y vacas. El champiñón se alimenta de ese compost natural. Para su cultivo hay que reproducir esa dinámica, lo que permite lograr que un metro cuadrado genere entre 20 y 25 kilos de champiñones.”, agrega Pablo. Bastante más cerca en el tiempo, en la década de los ’80, se comenzó en el país con el cultivo de girgolas en Río Negro y Neuquén. El shiitake es la última especie incorporada y se cosecha a escala artesanal. En la actualidad se producen unas 4 mil toneladas anuales de las tres especies, aunque el champiñón sigue concentra el 80% del total.


En tiempos de sustentabilidad, dietas saludables y la necesidad de generar economías regionales en nuestro país, el cultivo y consumo de hongos parecen reunir todas estas características –y otras- para convertirse en una actividad rentable y con mayor protagonismo dentro del mercado argentino.

De ignorados a protagonistas

Por Lino Barañao, Asesor Científico, Profesor de Química Biológica en la UBA y Ministro de Ciencia, Tecnología en Innovación (2007-2019)

Tal vez porque viven mayoritariamente ocultos o porque aparecen en los alimentos en descomposición, los hongos no gozan de una alta consideración pública. Excepción hecha de los hongos comestibles, algunos de los cuales, como las trufas, son de los alimentos más codiciados y costosos.

Sin embargo, tanto la vida de los bosques como la de millones de seres humanos, gracias a los antibióticos identificados a partir de ellos, dependen de los hongos.

En las últimas décadas, los hongos han demostrado ser una fuente inigualable, no sólo de nuevos medicamentos sino también de insumos para la industria alimenticia y los nuevos materiales.

Dado que pertenecen a un reino diferente, no son ni plantas ni animales, sus genomas están siendo explorados en busca de genes que se asocien a la producción de fármacos o de enzimas que permitan la conversión de la madera y otros materiales en compuestos útiles.


Derivados de los hongos se están usando para dar consistencia a las hamburguesas veganas y para crear materiales similares al cuero entre otras decenas de aplicaciones.

Nuestro país tiene condiciones inmejorables para desarrollar las distintas aplicaciones del cultivo de hongos.


No sólo por la biodiversidad sino también por la calidad de los recursos humanos especializados en las distintas tecnologías requeridas. Estos desarrollos además pueden ser la fuente de nuevos emprendimientos que generen empleo de calidad a nivel de las economías regionales.

Publicado 12/01/2023
Por Lucas Argüelles
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DANIEL ALFREDO DOURS
2023-08-08T18:30:14.042Z

ESTIMADO LUCAS ¡¡¡ ME ENCANTO ESTE ARTICULO SOBRE LOS HONGOS. QUE POSIBILIDAD DE INFORMACION PUEDO TENER PARA INTENTAR UN ENSAYO CASERO, RESIDO EN UNA QUINTA, LOCALIDAD 9 DE JULIO, PROV. BSAS. DESDE YA MUCHAS GRACIAS. APM DOURS DANIEL, CON TODO ORGULLO 30 HERMOSOS AÑOS EN EN SIDUS ¡¡¡ AABRAZO

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Andrea Sosa
2024-02-13T22:19:33.192Z

Sería muy bueno el desarrollo a pleno del cultivo de hongos, como desarrollo de una nueva industria, y para ampliar nuestro conocimiento y opciones como consumidores

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