El pasado es un rompecabezas. Y son los paleontólogos los que estudian los fósiles para conocer ese pasado de la vida sobre la tierra.
¿Qué sucedió hace ciento cincuenta años en el territorio patagónico? Nada es como era antes, porque por entonces hubo en el período Jurásico Medio, una intensa actividad volcánica, al mismo tiempo que se formaba la Cordillera de Los Andes. Ese movimiento telúrico enterró entonces la caliente y húmeda Patagonia bajo una gruesa capa de cenizas hasta convertirla en lo que es la aridez de hoy, remplazando aquellos bosques de araucarias entre los que se desplazaban los dinosaurios que dominaron la Tierra durante ciento sesenta y cinco millones de años y que la paleontología desenterró después.
Tampoco la Cordillera existía como tal, ya que allí se extendía a sus anchas el mar Pacífico. Según la paleobotánica, el proceso de la petrificación bajo la tierra, se produjo cuando la madera quedó enterrada bajo sedimentos, conservándose naturalmente por la ausencia de oxígeno, hasta que la temperatura y la presión los convirtieron en roca, carbón o petróleo.
Cada bosque petrificado es una historia diferente
Al indagar en la historia del bosque petrificado La Leona, a poca distancia de la ciudad turística de El Calafate, descubrimos que además de su riqueza, su pasado se enlaza con uno de los más importantes exploradores argentinos: el perito Francisco Pascasio Moreno, que hizo construir en 1894 la primera balsa que permitió el traslado de los colonos, sus animales y mercaderías desde y hacia la Costa Atlántica.
En algún momento de aquel entonces, Moreno fue atacado por una “leona”, que en realidad se trataba de una puma hembra. Debido a este episodio fue que posteriormente se bautizó al establecimiento que la familia dinamarquesa Christen Jensen construye como “Parador y Hotel de Campo La Leona”, y que desde su fundación ha sido testigo de acontecimientos que le dieran fama a nivel mundial.
Hoy el albergue es considerado Patrimonio Histórico y Cultural de la provincia de Santa Cruz.
De acuerdo con el relato histórico, en 1905 un trío de “gringos” se habrían hospedado allí transitoriamente, para luego seguir viaje con rumbo desconocido. Algún tiempo después, una visita policial le exhibe a los propietarios una serie de fotografías para reconocimiento. De la muestra surge que se trataba de los bandoleros Butch Cassidy, Sundance Kid y su esposa Ethel Place, quienes luego de robar el Banco de Londres y Tarapacá en Río Gallegos, decidieron hospedarse transitoriamente en “La Leona”.
Pero la historia del Parador no termina aquí. Por esa misma época, un conocido delincuente uruguayo, Asencio Brunel, asoló también estos parajes. El individuo robaba montando a caballo en pelo, vestido con pieles de puma y sus correrías parecían similares a las del Far West norteamericano. Hay dos versiones sobre su final: una dice que fue asesinado en un tiroteo con colonos de la zona y la otra que fue muerto por el cacique Kenkel, en el río Senguer en la Provincia de Neuquén.
En 1910 la familia escocesa Petersen, en sociedad con el alemán Alfred Borensen, adquiere el establecimiento y amplían lo que era el hotel hasta ese momento, pasando de dos a cuatro habitaciones, todas construidas con ladrillos de adobe, y edifican una pulpería, más un almacén de ramos generales que en la actualidad funcionan como el bar y la confitería del Parador.
Once años después, se produjo en la Patagonia austral la famosa huelga de los peones de estancia, que terminó con una sangrienta represión ordenada por el Gobierno Nacional de aquellos años. El establecimiento "La Leona" no fue ajeno a estos trágicos hechos, ya que muchos fugitivos se escondieron en el hotel, escapando de la masacre ordenada por el Teniente Coronel Héctor Varela, comandante militar de Santa Cruz. Este episodio está reflejado en la película “La patagonia rebelde”. El Padre Alberto María D´Agostini fue uno de los famosos hombres que se alojaron en "La Leona", además de los expedicionarios franceses Lionnel Terray, Louis Depasse y el escalador argentino Teniente Francisco Ibañez, primer vencedor de la cumbre del Fitz Roy.
Un tesoro de bosques petrificados
La Patagonia argentina alberga una extraordinaria concentración de bosques petrificados. Un equipo de paleontólogos norteamericanos, junto a integrantes del mundialmente famoso Museo Paleotológico Egidio Feruglio, han estudiado durante dieciséis años los bosques petrificados y las tierras ricas en fósiles de nuestra Patagonia. La boca de algunos troncos petrificados tiene una dimensión mayor al metro de diámetro.
