Las historias de superación son las que enamoran al mundo. Esos casos cinematográficos pero reales, en los que el protagonista surge desde abajo y no se detiene hasta ver concretados sus sueños. Relatos que, indefectiblemente incluyen ingredientes como valentía, sacrificio, complicaciones, alegrías y tristezas, la hoy mentada resiliencia; también algo de inefable suerte, por qué no. A lo largo de la historia, Argentina se ha convertido en una pequeña fábrica en sí misma de estas historias, en sus distintas vertientes, las cuales afortunadamente podemos conocer y disfrutar.
Mauro Colagreco, nacido hace 42 años en la ciudad de La Plata, es desde hace más de una década uno de los chefs más prestigiosos del mundo. Alumno de Beatriz Chomnalez y el Gato Dumas, comenzó su viaje dentro de la cocina internacional hace casi 20 años, cuando decidió emigrar hacia Francia, con el objetivo de conocer los secretos de la cocina de ese país. Allí se formó en la escuela de hotelería de La Rochelle, y luego continuó su perfeccionamiento con figuras de la talla de Bernard Loiseau, Alain Passard, Alain Ducasse y Guy Martin.
A la par vendrían los reconocimientos de Mauro, ya posicionado como uno de los cocineros más renombrados de la escena gastronómica. Otro gran salto se dio en 2012, cuando Mirazur recibió su segunda estrella, y así se convirtió en el primer chef latinoamericano en alcanzar esta distinción. Cada año el reconocimiento a Mirazur iba en aumento, hasta que en 2018 llegó ubicarse en el podio – sí, entre los tres- de los mejores restaurantes de todo el planeta, en el prestigioso conteo de The World’s 50 Best Restaurantes in the World. Pero lo mejor estaba por venir.
Gracias al éxito de Mirazur otros proyectos aparecieron en la agenda de Colagreco. Es dueño del restaurant GrandCoeur, en Paris; Florie’s en Miami; y cuenta con emprendimiento gastronómico en Asia. Claro que buscó estar presente en la Argentina. Aquí está al mando de las hamburgueserías Carne, que cuenta con locales en Capital Federal, Olivos y la casa matriz, en su querida La Plata.
¿Cuáles son las sensaciones tras haber obtenido semejante galardón como la tercera estrella Michelin, tanto en lo personal como en lo que concierne a Mirazur?
¿Qué te producen en general estos reconocimientos? ¿Es un mimo, es una presión, es un objetivo, es todo eso junto?
Las guías actuales me galardonan con reconocimientos ¡y eso es algo que me enorgullece! Al mismo tiempo conlleva la justa presión para seguir estando a al altura de las expectativas de mis comensales. Sí, es un objetivo, pero no desesperado. Siempre me focalicé en lo que amo hacer: cocinar, conocer, y seguir trabajando con atención y amor.
¿Qué fue lo que te impulsó a viajar hacia Francia en 2001? ¿Cuál era tu objetivo en ese entonces, sin imaginar, seguramente, que ibas a terminar concretando todas estas experiencias?
Qué dirías que fue lo más importante en todo este proceso, en el que alcanzaste el nivel más alto en tu especialidad? Tanto en lo personal como en lo externo.
La tercera estrella Michelin representa el nivel más alto. Pero pude llegar aquí, porque no estoy solo. Tengo a mi familia que me apoya y aconseja, y tengo a mi equipo que trabaja con pasión y entrega.
¿Qué se siente ser un embajador natural de nuestro país y nuestra cocina?
¿Cómo está catalogada la cocina argentina en el mundo?
¿Tendrías otro restaurant en Argentina? ¿Cómo, de qué y dónde sería?
Después de haber conseguido todo en tu especialidad, ¿Qué sueños tenés de cara al futuro?
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