Todo el mundo debería tener la posibilidad de charlar con Marta Minujín unos minutos. Es una experiencia única. Si bien a sus 80 años – tan impecables como bien vividos – mantiene ese look que da la sensación de vivir en una performance permanente, bajo los anteojos y el infaltable overol hay una persona sumamente “normal”. Y va entre comillas, porque ningún artista es una persona normal, o corriente, y mucho menos Marta.
Hoy Marta se encuentra más activa que nunca, viajando por todas partes del mundo, recreando sus obras más famosas. Es por eso que, más allá de la buena predisposición, tardamos meses en poder concretar la entrevista, la primera del Ciclo de Argentime. La cita fue en su atelier/taller/museo personal. Un submundo atrapante, que supo ser su casa de la infancia, en la calle Humberto Primo.
Como si se tratara de una película de Kubrick, sentada en una gigante silla de colores, con los pies colgando, y en el medio del salón principal de su atelier, la amplia toma de la cámara invita a llenar la escena con una charla intensa, sin pausas, y llena de arte. Bien a lo Minujín.
Marta, estás viajando un montón y exponiendo tus obras en muchos países. ¿Cómo te tiene todo eso?
Después está El Batacazo, una obra mía 66 en la que la gente sube la escalera y se tira por un tobogán; hay jugadores de fútbol de plástico. Bueno, todo lo que hice, del Batacazo en los 60; en New York, que se rompió y después reconstruí. También está el Obelisco acostado, que la gente te mira y camina por adentro y ve la proyección del Obelisco.
¿Y qué te genera todo este reconocimiento a esta altura de tu carrera?
Ahora inauguro en New York una gigante muestra de 100 obras, y también se inaugura una escultura inflable como la del Lollapalooza pero en Times Square. Y después el año que viene va La Menesunda a cinco países: a Dinamarca, a Bruselas al Pompidou, al Reina Sofía y al Tate, de Liverpool. Y después tengo que ir a Múnich, que tengo tres exposiciones, así que estoy arriba de un avión.
¿Te sentís un poco un ícono nacional para los argentinos? Y para los extranjeros también…
Por lo que expresás y cómo te expresás, más allá de tus obras. ¿Te considerás una promotora natural del arte? ¿O es una misión manifiesta?
¿El arte está en todo?
No, no, la contemplación es una cosa y vivir en arte, lo que propongo yo, es otra. Cuando te metés en El Nido de Hornero, cuando te metés en el Obelisco, estás viviendo una situación, como escalar una montaña. Y yo soy una de las pocas que incluye al público.
Desde hace algunos años predomina una cierta corrección general en la sociedad, como una necesidad de ser correcto, cosas que no se hablan o se tratan de otra manera. ¿Creés que eso atenta contra la forma transgresora del arte?
Y, sí, porque a mí lo que me gusta es hacer un papelón, quedar incorrecta. A mí me gusta, me parece que moviliza a la gente mucho más que comportarse educadamente. Sin insultar, sin agredir, sin nada de eso; pero romper un poco ese hielo que la gente tiene a través de la educación y a través de la formación.
¿En qué periodo del arte creés que estamos? ¿Estamos lejos de una época de oro, como fue en los 60, donde surgiste vos y mundialmente un montón de exponentes del arte y la música…?
(interrumpe) No, no, está totalmente contemporánea y abierto a todo. Ahora los artistas pueden exponer todo y decir todo lo que quieren y no está mal, nada mal.
Y en cuanto a la escena del arte, ¿vos ves que está en un buen momento?
Sí, está en un excelente momento, pero no hay nada nuevo. En década del 60 empezó el_ action painting,_ cuando Pollock pintaba en el piso. Después, vino el pop, después vino el video arte, después vino el arte conceptual. Entonces todos esos movimientos ocurrieron en los 60: el happening, la performance, el video arte. Y ahora todo es una repetición o un desarrollo de esas ideas. Pero no hay ideas nuevas. En el arte no hubo tantas. Está el impresionismo, el cubismo, todo lo del siglo 20. En el siglo 21 están desarrollando lo del siglo 20.
Desde tu aparición hasta la actualidad, ¿Cuál dirías que fue tu período favorito?
(sin dudar) Los 60. Fue el mejor.
¿Te genera nostalgia eso?
¿Cómo canaliza, cómo aprovecha el arte el tema de las redes sociales?
Hago performances y también muestro lo que hago a través de las redes. Le pregunto a la gente, "¿sigo la obra o no la sigo?" Y ellos me dicen. Me encanta.
¿A cuál de tus obras famosas, o más públicas, le tenés más cariño?
A los dos Partenones que hice. El de 1983, que lo hice en la 9 de Julio, ¡sin permiso! Y encima pasó Alfonsín y me saludó. Y el de Alemania, que fue extraordinario. Fue (en escala) uno a uno. Medía 75 metros de largo, por 22 de alto y 35 de ancho. El de la 9 de Julio era de 17 por 35 por 12, era más chico, pero tenía la virtud que se levantaba y se acostaba.
¿Hay una intención manifiesta de acercar el arte al público masivo a través de esas obras, y de hacerlas en lugares públicos?
Muchas de las obras involucran comida típicas o regionales. ¿Cuál es el sentido de eso?
Imagino que todas estas obras tienen una logística y una producción importante, previa y anterior. ¿Te involucrás en ese proceso? ¿Lo disfrutás?
Recorriste y viviste en muchas ciudades del mundo…
_(interrumpe)_Vivir, vivir, en París, New York y Washington.
Bien. ¿Cuál dirías que es tu preferida? Incluyendo Buenos Aires también.
¿Por qué?
Poca gente, creo, sabe que te instalás un mes al año en el Sur, cerca de San Martín de los Andes.
(interrumpe) Sí, me encanta, amo.
¿Qué buscás en ese lugar y en ese tiempo en el que estás allá?
¿Y qué te gusta hacer fuera del arte?
Estás entrenada…
Hace poco festejaste tus 80 años en el Malba con una gran performance. ¿Cómo lo viviste?
Y me encantó, porque toda la gente (estaba) de negro, con anteojos oscuros. Todo era negro, que la gente no se conocían entre sí por estar vestidos así; con personas con la cara de Picasso. Fue todo muy bueno. Y en New York voy a hacer algo parecido también, porque como inauguro la escultura blanda en Times Square, va a de nuevo la gente vestida de un color; y después, en vez de hacer con la cara de Picasso, van a ser como Martas Minujines: diez chicas con peluca, anteojos y overol blanco. Y vamos a ir todos en un ómnibus a inaugurar la escultura inflable en Times Square.
Ese día dijiste que a tus 90 años querrías desaparecer...
Bueno, supongamos que eso va a pasar. ¿Cómo te gustaría vivir esta década que te queda?
Para terminar, nuestra revista Argentime tiene como lema resaltar las mejores cosas de la Argentina. Te quería preguntar, entonces, como un ícono nacional que sos, ¿qué es para vos lo mejor que tiene la Argentina?
Bueno, el paisaje y también la gente. La gente es muy simpática y muy amable. En Francia son más antipáticos, en Nueva York están siempre apurados, nunca tienen tiempo, pero en Francia son realmente cerrados. Los argentinos son buenísimos. Y los paisajes: el Glaciar Perito Moreno, Salta, Purmamarca, todo el norte; la belleza del Sur, que es incomparable; el campo horizontal. Tiene todas las maravillas. Pero lo que tiene muy malo, en general, es la política. La política frustra, coarta, prohíbe, hace todo eso. No tenemos políticos con grande proyección, con otra dimensión. Falta el hombre unidimensional.