Arte y cultura
Marta Minujín: La gran artista argentina
Por Lucas Argüelles
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Muchos meses esperamos para poder hablar con la que es, indiscutidamente, un ícono de la escena artística nacional y la cultura pop a nivel global. Y por suerte para todos, se dio. Bienvenidos al genial Mundo de Marta.
El Partenón de los Libros en Kassel, Alemania
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Tené siempre a mano contenido exclusivo y de alto valor para conectar con nuestra Argentina querida.

Todo el mundo debería tener la posibilidad de charlar con Marta Minujín unos minutos. Es una experiencia única. Si bien a sus 80 años – tan impecables como bien vividos – mantiene ese look que da la sensación de vivir en una performance permanente, bajo los anteojos y el infaltable overol hay una persona sumamente “normal”. Y va entre comillas, porque ningún artista es una persona normal, o corriente, y mucho menos Marta.


Cuando se charla con ella se siente que se está hablando con alguien especial, que transmite algo diferente. Manifiestamente y sin quererlo. Sus experiencias, sus conceptos y visiones la convierten en alguien excepcional.

Hoy Marta se encuentra más activa que nunca, viajando por todas partes del mundo, recreando sus obras más famosas. Es por eso que, más allá de la buena predisposición, tardamos meses en poder concretar la entrevista, la primera del Ciclo de Argentime. La cita fue en su atelier/taller/museo personal. Un submundo atrapante, que supo ser su casa de la infancia, en la calle Humberto Primo.


Como si se tratara de una película de Kubrick, sentada en una gigante silla de colores, con los pies colgando, y en el medio del salón principal de su atelier, la amplia toma de la cámara invita a llenar la escena con una charla intensa, sin pausas, y llena de arte. Bien a lo Minujín.


Marta, estás viajando un montón y exponiendo tus obras en muchos países. ¿Cómo te tiene todo eso?


Y, es muy interesante porque puedo conocer como la gente de otros países reacciona con mis obras. La mayoría son interactivas, como en San Pablo, donde hay como 40 obras, entre ellas una galería blanda con 200 colchones. Están todos los colchones míos.

Después está El Batacazo, una obra mía 66 en la que la gente sube la escalera y se tira por un tobogán; hay jugadores de fútbol de plástico. Bueno, todo lo que hice, del Batacazo en los 60; en New York, que se rompió y después reconstruí. También está el Obelisco acostado, que la gente te mira y camina por adentro y ve la proyección del Obelisco.


Después están todas mis obras ilustradas: las de los Monumentos Caídos, El Partenón de Libros, El Carlos Gardel de Fuego, todas esas; películas, hay videos; y después está el Nido de Hornero Gigante, que la gente entra. Y después está Implosión, en una sala gigante, donde proyectan seis pantallas, piso-pared-piso, en movimiento y música. Entonces ahí la gente como que baila, termina bailando. Tiene mucha atracción.

¿Y qué te genera todo este reconocimiento a esta altura de tu carrera?


Y, la verdad es que estoy acostumbrada, porque en el 66 también tuve mucho éxito. En Argentina, pero también salí en todos los diarios y revistas de Nueva York: New York Times, TIME, Newsweek. Inventé muchas cosas, pero en ese momento no tenía un peso. Un mes después empecé a vender, a los 40 años y ahora, bueno, vendo en todas partes del mundo y mi obra es muy reconocida.

Ahora inauguro en New York una gigante muestra de 100 obras, y también se inaugura una escultura inflable como la del Lollapalooza pero en Times Square. Y después el año que viene va La Menesunda a cinco países: a Dinamarca, a Bruselas al Pompidou, al Reina Sofía y al Tate, de Liverpool. Y después tengo que ir a Múnich, que tengo tres exposiciones, así que estoy arriba de un avión.


¿Te sentís un poco un ícono nacional para los argentinos? Y para los extranjeros también…


Y bueno, sí, porque soy la única artista argentina que expuso sola en el Museo de Nueva York. Nadie lo había hecho. Y sobre todo siendo mujer. Porque pensá que hace 60 años las mujeres no entraban a los museos, era imposible. Lo tenían prohibido. Y desde Argentina, que la gente ni la conoce y le parece lejísimos. Entonces, todo eso es muy bueno.

Minuphone - 1967
Minuphone - 1967
La Menesunda. 1965
La Menesunda. 1965

Por lo que expresás y cómo te expresás, más allá de tus obras. ¿Te considerás una promotora natural del arte? ¿O es una misión manifiesta?


Es más una misión. Para despertar a la gente y acostumbrarla a vivir el arte. Como que el arte te protege, y está por encima de la política y de todo. El arte es una cosa totalmente espiritual que a la gente le hace bien.

¿El arte está en todo?


No, no, la contemplación es una cosa y vivir en arte, lo que propongo yo, es otra. Cuando te metés en El Nido de Hornero, cuando te metés en el Obelisco, estás viviendo una situación, como escalar una montaña. Y yo soy una de las pocas que incluye al público.


“Sí, me considero un ícono nacional un porque soy la única artista argentina que expuso sola en el Museo de Nueva York. Nadie lo había hecho. Y sobre todo siendo mujer.”

Desde hace algunos años predomina una cierta corrección general en la sociedad, como una necesidad de ser correcto, cosas que no se hablan o se tratan de otra manera. ¿Creés que eso atenta contra la forma transgresora del arte?


Y, sí, porque a mí lo que me gusta es hacer un papelón, quedar incorrecta. A mí me gusta, me parece que moviliza a la gente mucho más que comportarse educadamente. Sin insultar, sin agredir, sin nada de eso; pero romper un poco ese hielo que la gente tiene a través de la educación y a través de la formación.


¿En qué periodo del arte creés que estamos? ¿Estamos lejos de una época de oro, como fue en los 60, donde surgiste vos y mundialmente un montón de exponentes del arte y la música…?


(interrumpe) No, no, está totalmente contemporánea y abierto a todo. Ahora los artistas pueden exponer todo y decir todo lo que quieren y no está mal, nada mal.


Y en cuanto a la escena del arte, ¿vos ves que está en un buen momento?


Sí, está en un excelente momento, pero no hay nada nuevo. En década del 60 empezó el_ action painting,_ cuando Pollock pintaba en el piso. Después, vino el pop, después vino el video arte, después vino el arte conceptual. Entonces todos esos movimientos ocurrieron en los 60: el happening, la performance, el video arte. Y ahora todo es una repetición o un desarrollo de esas ideas. Pero no hay ideas nuevas. En el arte no hubo tantas. Está el impresionismo, el cubismo, todo lo del siglo 20. En el siglo 21 están desarrollando lo del siglo 20.


Desde tu aparición hasta la actualidad, ¿Cuál dirías que fue tu período favorito?


(sin dudar) Los 60. Fue el mejor.


Obelisco acostado - 1978
Obelisco acostado - 1978

¿Te genera nostalgia eso?


No, pero también contribuyó la música: la música dodecafónica, la música electrónica y el rock aparecen y movilizan toda una sociedad. Los grandes conciertos de rock compiten con los grandes conciertos de la música clásica o de la música popular, como el folklore.

¿Cómo canaliza, cómo aprovecha el arte el tema de las redes sociales?


Es muy importante porque a esta altura, podés quedarte en tu taller y estar haciendo publicidad, y lo ven, por ejemplo en mi caso, 262.000 personas a las que les gusta el arte. Y aparte yo me comunico, porque estoy sola. Durante el año de la pandemia yo tenía diálogo con todos mis seguidores y eso es muy importante, porque sin necesidad de salir de mi taller la paso bien, me divierto, pregunto. Las redes sociales son importantísimas.

Hago performances y también muestro lo que hago a través de las redes. Le pregunto a la gente, "¿sigo la obra o no la sigo?" Y ellos me dicen. Me encanta.


“La escena del arte está en un excelente momento, pero no hay nada nuevo. (…) Todo es una repetición o un desarrollo de esas ideas. Pero no hay ideas nuevas. En el arte no hubo tantas. Está el impresionismo, el cubismo, todo lo del siglo 20. En el siglo 21 están desarrollando lo del siglo 20.”

¿A cuál de tus obras famosas, o más públicas, le tenés más cariño?


A los dos Partenones que hice. El de 1983, que lo hice en la 9 de Julio, ¡sin permiso! Y encima pasó Alfonsín y me saludó. Y el de Alemania, que fue extraordinario. Fue (en escala) uno a uno. Medía 75 metros de largo, por 22 de alto y 35 de ancho. El de la 9 de Julio era de 17 por 35 por 12, era más chico, pero tenía la virtud que se levantaba y se acostaba.


Porque yo lo que quiero es acostar a todos los mitos populares y para que la gente vea que todo el mundo cambia y es multidireccional. Entonces lo que estaba parado, lo acuesto; lo que hice con el Big Ben hace poco; y ahora voy a hacer con la Torre de Pisa, acá en Buenos Aires, con botellas de agua mineral que después se las lleva la gente. Como que desmitifico el mito.

¿Hay una intención manifiesta de acercar el arte al público masivo a través de esas obras, y de hacerlas en lugares públicos?


Sí, sí, totalmente. Porque a mí lo que me interesa (es que haya) la mayor cantidad de gente posible, entonces busco lugares naturalmente públicos, a los que la gente no tenga que ir, sino que pueda ver al pasar. Y después la cuarta etapa de mi obra, en la que el público la desarma. Porque el llevarse los panes dulces del Obelisco ya es un trabajo voluntario que lo hace el mismo público, y la obra termina en su casa, cuando la gente se come el pan dulce, o el alfajor de Havanna o lo que sea.

Y al mismo tiempo, puede ser sponsoreado por las marcas. Es una publicidad brutal, entonces es más fácil de realizar.

Muchas de las obras involucran comida típicas o regionales. ¿Cuál es el sentido de eso?


Porque me gusta que la gente lea el libro o coma la obra. Al comerla ya se desmitifica totalmente. Como el proyecto que tengo y aún no hice de la Estatua de la Libertad acostada recubierta de hamburguesas. Pero creo que lo hago el año que viene en New York.

Pago de la deuda externa con choclos a Andy Warhol -1985
Pago de la deuda externa con choclos a Andy Warhol -1985

Imagino que todas estas obras tienen una logística y una producción importante, previa y anterior. ¿Te involucrás en ese proceso? ¿Lo disfrutás?


Sí, sí. Cuando se inaugura hay todo un estrés, porque vienen los periodistas, viene la gente. Es una gran ansiedad que se crea alrededor de la obra, porque la gente se tira sobre las obras. Entonces hay que tener cuidado, hay que tener seguridad, hay que tener todo. Pero me encanta. Estuve en Alemania como un mes entero haciendo el Partenón.

Recorriste y viviste en muchas ciudades del mundo…


_(interrumpe)_Vivir, vivir, en París, New York y Washington.


Bien. ¿Cuál dirías que es tu preferida? Incluyendo Buenos Aires también.


Nueva York, de lejos. Es la mejor.

¿Por qué?


Porque me encanta toda la vitalidad que hay. El modernismo, la moda, la gente, la manera de vivir y de comer. Todo me gusta, me encanta.

Poca gente, creo, sabe que te instalás un mes al año en el Sur, cerca de San Martín de los Andes.


(interrumpe) Sí, me encanta, amo.


¿Qué buscás en ese lugar y en ese tiempo en el que estás allá?


Bueno, nací ahí. Porque desde que tenía un mes, ya iba a caballo. Yo creo que el gigantismo de las montañas, por eso hago obra tan grandes, los colores, todos eso inspira muchísimo. Cada vez que voy siento el turquesa, el verde, las flores, que tienen unos colores increíbles que acá no la tienen. Me inspira.

¿Y qué te gusta hacer fuera del arte?


Andar a caballo es lo que más me gusta, de lejos. De chica yo me crié arriba de un caballo. Los llevaba y volvía; iba en pelo, sin riendas ni nada, con un caballo que era mío. Y era genial, porque iba a la Laguna de los Patos, al fondo del lago, todo a caballo, corriendo. Y bueno, ahora no, porque está lleno de alambrados que no se puede andar más a caballo. Es feo.

También me gustaba mucho subir a las montañas. Ahora no subo. Pero el esfuerzo de subir al cerro Falkner, al Buque, eso me sirvió. Porque mis obras demandan un gran esfuerzo físico.

Estás entrenada…


Sí, sí, bueno, tengo 80 años, no es tan fácil. Diez minutos al día, pero es necesario. Con eso me basta.

Geometria Blanda - 2008
Geometria Blanda - 2008

Hace poco festejaste tus 80 años en el Malba con una gran performance. ¿Cómo lo viviste?


Y me encantó, porque toda la gente (estaba) de negro, con anteojos oscuros. Todo era negro, que la gente no se conocían entre sí por estar vestidos así; con personas con la cara de Picasso. Fue todo muy bueno. Y en New York voy a hacer algo parecido también, porque como inauguro la escultura blanda en Times Square, va a de nuevo la gente vestida de un color; y después, en vez de hacer con la cara de Picasso, van a ser como Martas Minujines: diez chicas con peluca, anteojos y overol blanco. Y vamos a ir todos en un ómnibus a inaugurar la escultura inflable en Times Square.


“Esta última década quiero seguir como estuve: tranquila en mi taller y después salir al mundo, salir a las grandes obras. Como vivo. No hay otra cosa que me guste más que como vivo ahora.”

Ese día dijiste que a tus 90 años querrías desaparecer...


Me gustaría, sí.

Bueno, supongamos que eso va a pasar. ¿Cómo te gustaría vivir esta década que te queda?


Seguir como estuve: tranquila en mi taller y después salir al mundo, salir a las grandes obras. Como vivo. No hay otra cosa que me guste más que como vivo ahora.

Para terminar, nuestra revista Argentime tiene como lema resaltar las mejores cosas de la Argentina. Te quería preguntar, entonces, como un ícono nacional que sos, ¿qué es para vos lo mejor que tiene la Argentina?


Bueno, el paisaje y también la gente. La gente es muy simpática y muy amable. En Francia son más antipáticos, en Nueva York están siempre apurados, nunca tienen tiempo, pero en Francia son realmente cerrados. Los argentinos son buenísimos. Y los paisajes: el Glaciar Perito Moreno, Salta, Purmamarca, todo el norte; la belleza del Sur, que es incomparable; el campo horizontal. Tiene todas las maravillas. Pero lo que tiene muy malo, en general, es la política. La política frustra, coarta, prohíbe, hace todo eso. No tenemos políticos con grande proyección, con otra dimensión. Falta el hombre unidimensional.


O la mujer…

O la mujer, lo que sea…

Publicado 24/11/2023
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