La primera excursión turística a Cataratas llegó en 1898, lo que sería para aquella época una versión auténtica de lo que hoy conocemos como turismo de aventura. Los formidables saltos del selvático Parque Nacional Iguazú siempre han tenido fama internacional, y entre sus millones de visitantes de, prácticamente, todos los países del mundo, los hubo también famosos actores y directores de cine. En 1986, Robert de Niro, Jeremy Irons y Liam Neeson, cambiaron los estudios de Hollywood por este imponente escenario para filmar, bajo las órdenes de Roland Joffe, aquel film inolvidable que se llamó La Misión. De allí en más, las cataratas descubiertas en 1584 por el gobernador paraguayo Alvar Núñez Cabeza de Vaca fueron, gracias al cine, conocidas en el resto del mundo.
¿Pero cómo llegaron al podio las Cataratas del Iguazú, entre casi 500 lugares que fueron postulados como fantásticos santuarios de la naturaleza? Millones de personas de todo el planeta enviaron sus mensajes votando por ellas, además de las campañas mundiales que hicieron artistas, actores, cantantes y hasta el propio Lionel Messi, para catapultar a los saltos misioneros. En el Parque Nacional Iguazú se encuentra este fenómeno considerado mundialmente como “la mayor cortina de agua”, con 275 saltos entre los que se cuenta la impresionante Garganta del Diablo, con más de 70 metros de altura. La zona selvática del parque ocupa casi 68.000 hectáreas, asentadas sobre el Macizo de Brasilia, y es el más visitado entre los 34 parques nacionales del país, no solo por su belleza escénica, sino también por su diversidad biológica. La enorme cantidad de visitantes que llegan a lo largo de los doce meses del año, generan ingresos por unos 50.000.000 millones de dólares.
Durante los cinco años que duró el conteo de los votos que fueron llegando, quedaron en el camino de la elección importantes bellezas naturales de otros países. Entre ellas el Mar Muerto (compartido por Israel, Jordania y Palestina); la Gran Barrera de Coral australiana; el Cañón del Colorado de los Estados Unidos de Norteamérica y la Selva Negra de Alemania. Así se fueron decantando voto a voto los que llegaban a la página oficial del concurso, la New7 Wonders.com, perteneciente a la New Open World Corporation del millonario suizo Bernard Weber.
Las Cataratas del Iguazú son una obra maestra de la naturaleza o, como dicen otros, una creación sublime de Dios. No hay saltos de semejante tamaño en ningún otro lugar de la geografía universal. Comparadas con las del Niágara son cuatro veces más anchas, una vez y media más altas y arrastran siete veces más agua. Son superiores también a los saltos africanos de Zambesi.
I (significa agua) y Guazú (grande). Ese es el nombre que le dieron los primitivos habitantes guaraníes. Hoy sus aguas siguen siendo tan poderosas como siempre, creando a cada segundo un nuevo arcoíris. Como siempre, los vencejos (esos pájaros parecidos a las golondrinas) siguen perforando a casi 100 kilómetros por hora esa cortina de agua detrás de la cual viven y se escudan. Son los únicos que se atreven a tremendo desafío.
Un mes antes de que se dieran a conocer los resultados de la elección, Bernard Weber las sobrevoló con un dirigible a 40 metros de altura, “y sintió bajo su piel, tal cual lo expresó, el gran poder de las Cataratas”. De allí en más no hubo nada que agregar. Y por fin, los majestuosos saltos pasaron a integrar las nuevas 7 Maravillas de la Naturaleza.