Esta no es mi primera visita a la región porque aviva la extraña sensación de sentir que uno es un explorador en ciernes.
Existen muchas denominaciones para este hábitat. En Argentina se la conoce como la Selva de las Yungas o Selva Tucumana–Oranense, entre otros nombres. Abarca una superficie de 1.349.332 m2, cubriendo el norte de la provincia de Salta y el este de Jujuy, y comprendiendo a la Reserva de Biosfera de Las Yungas, declarada por la UNESCO en 2002. Se trata de una región natural con una alta biodiversidad y unos paisajes únicos, los cuales contrastan notoriamente con los de las regiones secas del Gran Chaco y el Altiplano.
¿Pero qué tipo de ecosistema conforman las yungas? Según su altitud, pueden dividirse en distintas zonas. Según los especialistas, en líneas generales se suele distinguir entre un piso montano bajo más cálido, de bosque denso con vegetación de mayor porte, y un piso montano alto más relacionado con la flora y la fauna andina. La zona baja de las yungas posee un clima de subtropical a tropical lluvioso y nuboso con altitudes con altitudes promedio de entre los 300-1000 y los 2.000 m.s.n.m.
El bioma de yungas, que se extiende a lo largo de varios países además de Argentina, como Bolivia, Perú, Colombia y Ecuador, es fundamental para el equilibrio ecológico de de gran parte de Sudamérica. Sus selvas funcionan como un corredor latitudinal para el flujo de innumerables especies de animales y, por otra parte, la densa vegetación sirve para retener grandes cantidades de agua que luego, desde las mismas yungas, en forma de caudales fluviales irrigan y fertilizan enormes extensiones continentales. Basta tener en cuenta que la Cuenca Amazónica y la Cuenca del Plata reciben la mayor parte de sus caudales constantes a partir de la zona de yungas. Como es sabido, además, la selva actúa como un regulador del clima, contribuyendo a la captura de carbono y la producción de oxígeno.
En este ambiente habitan también una serie de animales de todas las variedades: el tapir, el pecarí, el aguty, el lobito de río, la comadreja colorada, el mono caí, el yaguareté, el zorro de monte, el hurón mayor, el oatí, los cueyes, la marmosa, el zorro colorado y el gato de los pajonales; también aves como la bandurria boreal, el boyero ala amarilla, el cóndor andino, el cerquero de collar y la calancate cara roja.
La actividad turística ha comenzado a florecer en esta región, ofreciendo a los visitantes una oportunidad única para conectar con la naturaleza. Existen diversas actividades que se pueden realizar, desde caminatas y excursiones guiadas hasta avistamiento de aves y fotografía de paisajes. Los viajeros pueden explorar parques nacionales como el de Calilegua, donde se pueden encontrar senderos que serpentean a través de la frondosa forestación, permitiendo a los visitantes disfrutar de la flora y fauna local.
De esta forma, la selva de Salta se convierte en un punto de encuentro cultural, donde los turistas pueden interactuar con comunidades indígenas que han habitado la región durante siglos. Estas comunidades ofrecen una perspectiva única sobre la vida en este ambiente y la importancia de la conservación de su entorno natural.
La yunga salteña no solo es un atractivo turístico, sino que también juega un papel crucial en la economía local. El ecoturismo ha empezado a convertirse en una fuente de ingresos para muchas comunidades, promoviendo la conservación al mismo tiempo que beneficia a los habitantes de la región. Además, la protección de este ecosistema es vital para la salud ambiental del área, ya que la deforestación y el desarrollo urbano amenazan su existencia.