Los paisajes de fuertes contrastes siempre estarán presentes en un viaje turístico por Catamarca. Valles, montañas y volcanes acompañan el derrotero por las rutas del Adobe y del Vino. Una sola de esas bodegas produce 300.000 litros de vino al año y exporta el 30% de su producción a Estados Unidos, Brasil, Uruguay y Paraguay.
La riqueza cultural y turística catamarqueña tiene forma de trípode y está conformado por la Ruta del Vino, que comienza en la localidad de Tinogasta y se extiende 50 kilómetros sobre la Ruta Nacional 60, al igual que la Ruta del Adobe, que tiene una extensión de 55 kilómetros, también sobre la Ruta Nacional 60, desde Tinogasta hasta la entrada de Fiambalá. La riqueza arqueológica de las construcciones que la componen, fabricadas con una mezcla de arcilla, tierra, agua y pasto que muchas veces los diaguitas amalgamaba con sangre de animal como coagulante, fueron declaradas “Monumento Histórico Nacional”. Gracias a su manera de fabricación, este compuesto permite aislar muy bien al interior de las casas de las temperaturas exteriores extremas.
Todas estas edificaciones pertenecen a los siglos XVIII y XIX. Pero esto no es todo: el trípode se cierra con los ponchos, de fama internacional, y cuyo núcleo de fabricación se encuentra en las localidades de Londres y Belén. Todos los años, en el mes de julio, se realiza en la capital provincial “La Fiesta Nacional del Poncho”.
LA RUTA DEL VINO
Todas las provincias argentinas productoras de vid tienen sus propios circuitos para conocer los principales viñedos y bodegas. Teniendo en cuenta la superficie implantada son, de mayor a menor: Mendoza, San Juan, Salta, La Rioja, Río Negro, Neuquén y Catamarca. En menor medida, las siguen Tucumán, Entre Ríos, Córdoba, Jujuy, Chubut y Buenos Aires.
Actualmente el creciente polo vitivinícola de Catamarca se encuentra en el oeste de la provincia, con una extensión de unos 50 kilómetros, también desde Tinogasta hasta Fiambalá. La propuesta enológica de Catamarca es más nueva y mucho más informal que, por ejemplo, la de su vecina Salta. Se trata de bodegas, en su mayoría más bien boutique, es decir jóvenes, pequeñas y con la riqueza de ser artesanales. La Ruta del Vino, también es popularmente conocida como “el Valle de los Viñedos”.
Buenos vinos de altura se encuentran en la localidad de Santa María, que limita con la provincia de Tucumán y que es parte de los Valles Calchaquíes, rica en cepas barbera, bonarda, malbec, syrah y tannat. Por otra parte, los suelos pedregosos, compuestos de arena y arcilla, así como su gran amplitud térmica, permiten el crecimiento de las cepas bonarda, riesling, cabernet, syrah y torrontes. Tanto interés internacional ha despertado el caso de Catamarca, que hace pocos días recibió un grupo de enólogos japoneses atraídos por estos cultivos.
La exportación de vinos argentinos trepó el año pasado a 395 millones de litros, con un crecimiento del 26,7% con relación al año anterior y es el volumen más alto exportado de los últimos doce años, según el Instituto Nacional de Vitivinicultura. Casi todas las visitas a las principales bodegas incluyen el servicio de guías, degustación de vinos y restaurante.
Ubicación de las principales bodegas:
San Fernando del Valle de Catamarca: Bodega Michango.
Santa María: Santa María de la Vid, Bodega Alta Esperanza.
Tinogasta: Altos de Tinogasta, Bodega Don Diego, Cabernet de los Andes, Bodega Cuello, Bodega Saleme, Bodega Michango, Finca Tierras Catamarqueñas, Bodega Don Hierro, Finca Rodríguez Ferrero, Vinos Dunas.
Belén: Bodega Hualfín, Bodega Alta Esperanza.
Andalgalá: Finca El Symbol
MARAVILLAS ARQUITECTÓNICAS
Don Jesús Pelayo, que trabaja como guía en la ruta desde hace cuarenta años, opina que “las construcciones que la componen son, de alguna manera, la memoria del pasado colonial escrito con barro. En el poniente,-continúa- donde la provincia se recuesta contra las alturas cordilleranas, el perfil de su tierra de tonos ocres se salpica con un conglomerado de antiguas casonas e iglesias de adobe que resisten con fuerza el paso de los años, a lo que se les puede agregar la fantástica panorámica de los Seismiles, los 19 volcanes considerados los más altos del mundo, cuya altura supera los 6.000 metros.”
En Fiambalá se puede visitar el Museo del Hombre, que posee una sala dedicada a los Seismiles, y otra a las momias incaicas, descubiertas en las altas cumbres en perfecto estado de conservación. No menos famoso es su centro termal, cuya agua baja de la montaña de pileta en pileta, recorrido durante la cual va enfriando y pasando de 51° a los 18º centígrados.
EL CIRCUITO DE LAS IGLESIAS
Vale la pena conocer el Oratorio de las Roqueras (1747), en la localidad de El Puesto (Dto. de Tinogasta); la Capilla y Residencia del Mayorazgo de Anillaco, y la Iglesia de Nuestra Señora del Rosario (1712, la más antigua), también en Tinogasta; y la Comandancia de Armas, en la localidad de Fiambalá.