Un grupo de científicos de varios países, encabezados por el argentino Martín Ezcurra, descubrieron la forma en que ciertos reptiles previamente relacionados con los dinosaurios, evolucionaron hasta transformarse en reptiles voladores llamados pterosaurios. La investigación fue publicada en la prestigiosa revista británica Nature.
El paleontólogo argentino Martín Ezcurra, investigador del Museo Argentino de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia (MACN), en conjunto con otros científicos argentinos, norteamericanos, europeos y brasileños, llevó adelante un estudio en el cual se logró establecer cómo pequeños reptiles terrestres fueron evolucionando hasta convertirse en voladores, también llamados pterosaurios (del griego: lagartos alados), que surgieron hace 220 millones de años y fueron los primeros vertebrados en conquistar el aire.
El descubrimiento del primer fósil del grupo fue obra de Cosimo Alessandro Collini (1727-1806), historiador italiano y secretario de Voltaire de 1752 a 1756, a quién conoció en Berlín en 1750. El hallazgo ocurrió en 1784 y desde entonces se constituyó en uno de los misterios de la paleontología.
La investigación de Ezcurra y otros científicos fue publicada en la prestigiosa revista británica semanal Nature, fundada en Londres en 1869.
Para tener una idea de lo que significa publicar en ella, basta con decir que el 95 % de los trabajos que le son enviados de todo el mundo científico son rechazados.
Ezcurra es un joven investigador argentino, uno de los jefes de la Sección Paleontología de Vertebrados del MACN e investigador del Conicet y de la Universidad de Birmingham, la mayor universidad ubicada en la metrópoli inglesa del mismo nombre y también una de las más grandes de toda Inglaterra.
Volviendo al descubrimiento, Ezcurra afirma que “los primeros pterosaurios fueron hallados a fines del siglo XVIII. Fue entonces que se pudo observar que tenían una anatomía muy diferente a la de otros reptiles conocidos, al tener alas formadas por membranas, sostenidas por un cuarto dedo de la mano hiperdesarrollado”.
El plan corporal del pterosaurio se caracteriza por tener un par de alas de gran tamaño que están formadas por los miembros anteriores con el cuarto dedo citado, el que sostenía una membrana que formaba el ala. Asimismo, presenta modificaciones en el cráneo, la cintura pectoral y la cadera, asociadas con el vuelo. Según Ezcurra, “lo que nos desconcertaba es que estas especializaciones aparecen ya en los primeros ejemplares del registro fósil. Hay un gran hiato morfológico entre la anatomía de un pterosaurio y la de cualquier otro reptil. Por eso el origen de los pterosaurios era tan enigmático".
Sin embargo, según Ezcurra, “durante los siguientes 250 años, fue uno de los principales misterios de la paleontología de vertebrados el poder encontrar parientes cercanos terrestres de estos reptiles voladores y así poder entender cómo se había dado esta transición evolutiva”.
¿Cómo se produjo este descubrimiento tan importante para comprender la historia y la evolución de los dinosaurios?
Fue a partir de una combinación de diferentes hallazgos que el equipo de investigadores venía realizando en búsqueda de entender mejor el origen de los dinosaurios.
Ezcurra destacó que uno de los grupos que se consideraba como precursores de los dinosaurios son los enigmáticos reptiles lagerpétidos, de los cuales se conocían muy pocas partes de su cuerpo.
Fue así que cuando se descubrieron la mandíbula y del cráneo de especies de lagerpétidos en nuestro país, en Brasil y en los Estados Unidos, “logramos detectar que estos reptiles terrestres estaban cercanamente emparentados con los famosos pterosaurios”.
"Hoy sabemos que hubo un paso intermedio en los lagerpétidos, unos reptiles terrestres de un aspecto semejante al de una lagartija, los cuales no podían volar, pero que en este estudio ya pudimos observar algunos pasos evolutivos en su cerebro y en su oído interno que eran adaptaciones que posteriormente permitirían a los pterosaurios desarrollar el vuelo”, comentó Federico Agnolin, también investigador del MACN, del Conicet y de la Fundación Azara.
Para poder realizar esta investigación se compararon a los pterosaurios con distintas especies de lagerpétidos, cuyos ejemplares más antiguos llegan a más de 230 millones de años. Medían un metro a un metro y medio, mientras que los más recientes, de unos 210 millones de años, llegaban a los tres metros de longitud.
Martín Ezcurra aclaró que “este trabajo comenzó en 2018 y, desde entonces hasta mediados de 2020 una de las tareas más importantes fue la de confeccionar una matriz de datos suficientemente amplia como para poder analizar las relaciones de los pterosaurios con los diferentes grupos de reptiles triásicos”.
La trascendencia de este estudio también radica en la magnitud del trabajo, ya que reunió más de 820 características óseas y del cerebro, como así también del oído interno, utilizando 158 especies de reptiles fósiles de distintas partes del mundo.