¿Cómo comienza tu interés por el arte y el coleccionismo, dado que venías de otro ámbito, de otra actividad?
Creo que ahora, mirando en retrospectiva, realmente ha marcado un poco el gusto mío y las preferencias que a lo largo del tiempo fui elaborando y construyendo.
Y más allá de los gustos, ¿en qué momento decidiste ser un coleccionista de arte?
Yo creo que alrededor de los 20, 22 años empecé a tener una inclinación a coleccionar, que se inició, más que nada, con objetos antiguos. Podían ser objetos más relacionados con la decoración, con la plata peruana. Me iba de viaje, y trataba de encontrar antigüedades que representaran, sobre todo, la belleza que uno encuentra en este tipo de objetos; como la plata cincelada, donde se puede ver el trabajo de un orfebre.
¿Y por qué lo abstracto o lo abstracto geométrico? Si es correcta la definición.
Creo que la abstracción geométrica tiene un par de aristas particulares destacadas, que las encontramos diariamente en nuestras vidas. O sea, las líneas, los planos, forman parte de nuestra vida cotidiana.
En ese sentido, me gusta mucho porque es un arte que también realza la estética
Estamos haciendo esta entrevista en el MACBA, el Museo de Arte Contemporáneo de Buenos Aires, tu museo. ¿Cómo fue la idea, o el sueño, de tener un museo propio, de poder instalarlo acá en Buenos Aires? ¿Cómo fue ese proceso hasta que se hizo realidad?
Paralelamente, la colección creció a pasos agigantados, a un punto que ya no quedaban paredes en la casa. Entonces, como muchos coleccionistas, empecé por tener un depósito externo y todo se volvió mucho más complicado. Entonces, creo que en un momento pensé en tener como un espacio, no precisamente un museo, en el cual yo pudiera contener en mi colección y hacer actividades relacionadas a ella o actividades culturales relacionadas a espacios de arte, que tienen que ver con charlas, con aprender y difundir.
La segunda tarea importante fue encontrar el espacio. Y yo quería que fuera o en San Telmo o en el Abasto. Yo nací en el barrio del Abasto, a una cuadra del mercado, donde mis padres tenían un almacén. Íbamos seguido al mercado para comprar verduras, frutas que vendíamos en el almacén. Por eso, para mí tenía que ser en un barrio muy representativo de Buenos Aires, incluso de la Argentina en el exterior. En la búsqueda, un amigo que tiene un anticuario en San Telmo, a quien también mucho visitaba por mi afecto hacia las antigüedades, me dice “mirá, Aldo, hay un terreno, un baldío; hay un estacionamiento que ya no funciona más, al aire libre y tiene un cartel de venta.” Ah, y yo, “¿y dónde está?” Bueno, me dice la dirección, que estaba acá en la Avenida San Juan, pegado al Museo de Arte Moderno. Y me dice, “está muy bueno, porque aparte está en una avenida, tiene más visibilidad”. Me vine a verlo y me gustó mucho. Lo consulté con unos arquitectos con los que estaba empezando a pensar en tener un simple espacio, y coincidimos en que era ideal. Porque lo primero que tenés que pensar dónde vas a establecer el lugar. A partir de ahí, bueno, nos embarcamos.
Una vez que se adquirió el terreno, la idea se fue madurando de otra manera, y cuando me quise dar cuenta, estaba embarcado en construir un edificio. Y un edificio ya implicaba pensar en más que un simple espacio de una colección privada, sino que se convertía en algo para contener algo público, con actividades públicas, en la cual, de manera mucho más inclusiva y democrática, no tenías que ir a pedir un turno para ir a ver la colección de Juan o Pérez; sino que, bueno, era un mensaje bien fuerte de parte de un coleccionista de dar y abrir las puertas de su casa, y un poco de su corazón. De todo lo que venía haciendo durante décadas, y darlo al público, en este caso de la Ciudad de Buenos Aires, o cualquier público que nos visite.
Bien, y desde el lado del diseño del Museo, ¿hubo una búsqueda particular? ¿Te involucraste también desde ese lugar?
Siguiente a eso el gran tema era la escalera, cómo unir los pisos. Yo en ese momento estaba viviendo en New York, y recuerdo que iba y visitaba tanto espacios expositivos de museos como instituciones, o incluso tiendas,
Para quien no sabe tanto del tema, ¿cómo es que funciona un museo y en particular el MACBA? ¿Cómo se programan las muestras?
Los museos en general trabajamos con dos o tres años de anticipación, pensando, elaborando y, sobre todo, gestionando, en cuál va a ser la programación. Eso implica estar con los curadores, hablar con el consejo asesor que tenemos, que son curadores internacionales; recorrer, en mi caso, muchos talleres de artistas, galerías, exhibiciones, tanto en el país como en el exterior. Todo esto te permite empezar a diagramar lo que puede ser un programa de exposiciones.
Los programas de exposiciones a veces tienen que ver, en una parte, con temáticas de actualidad que están ocurriendo en el mundo; y en otra parte con la colección en sí que tiene el museo. Hay espacios aquí, en la Ciudad de Buenos Aires, que tienen programas de exposiciones, pero no tienen colección. Nosotros tenemos una colección grande, muy reconocida internacionalmente. Entonces, bueno, es un mix de todos estos elementos, en el cual también está el gusto personal.
¿Cuesta insertar, en cierta forma, en el ambiente, en la escena, un museo relativamente nuevo, tanto local como internacional?
Como toda start up, porque para uno, que viene del lado de las finanzas, esto también fue. Como cuando se empieza una empresa. Y siempre es difícil, ¿no? Sobre todo los primeros seis meses, que son críticos. Si uno en los primeros seis meses no logra afianzar el proyecto, se hace luego cuesta arriba.
Nosotros teníamos una pequeña ventaja en esta start up que era el hecho de que había una colección; mucho más chica de la que es ahora, obviamente, pero había una colección. También, a nivel personal, tenía un cierto reconocimiento como coleccionista. Pero siempre comenzar es difícil. Aparte, por que la idea no era que fuera el museo Aldo Rubino, sino un museo de arte contemporáneo en el cual uno está contribuyendo, en este caso, a la Ciudad de Buenos Aires a tener una propuesta que enriquezca el resto de la escena. Se fue contratando gente idónea, reconocida en el medio, para poder, entonces, ayudar de manera mucho más profesional, a solidificar el proyecto que recién empezaba.
Eso le da una visibilidad enorme al MACBA en Buenos Aires, que también se ve reflejada en la visibilidad que tienen entonces los artistas que son parte de la colección.
¿Cómo intenta el Museo captar nuevos públicos que, quizás, no son tan adeptos al arte, pero uno quiere que vengan y conozcan?
Es una gran forma de atraer a otros públicos. Un ciclo de jazz acerca mucho al público joven; un ciclo de piano a gente más de la mediana edad; se hacen ciclos específicos para la mujer, ciclos para cinéfilos; en todo se trata de incluir la familia,para que los chicos, descubran los museos.
¿Cuál dirías que es el próximo paso u objetivo del Museo?
Me importa mucho también que el espacio tenga visibilidad internacional. Porque una de las funciones que se fijó el Museo al principio es difundir no solo lo que nosotros realizamos, sino también la tarea de los artistas argentinos en el exterior. Nuevamente, hago énfasis que en el hecho de tener una colección tan internacional como la del Museo, en la cual el 60% de la colección está integrada por artistas
Hablemos de tus gustos. ¿Cuáles son tus artistas favoritos internacionales y locales?
A nivel local, el listado sería larguísimo, tan largo como el de todos los artistas que están en la colección. Pero hay algunos históricos que me gustan mucho, como Alfredo Lito, Manuel Espinosa, Maldonado, Juan Melé. Y artistas jóvenes o de mediana carrera, hay muchos; y en general mujeres, como Gabriela Boer, Adriana Blin, Alicia Herrero. Sería interminable.
A nivel internacional, Victor Vasarely obviamente fue la adquisición más importante que hizo el Museo, a partir del cual la línea de la colección se afianzó o se determinó que sería realmente atracción geométrica, con lo cual Vasarely sí es uno de mis preferidos. También Mondrian, François Morelet, Kandinsky, obviamente. Pero a nivel personal, más allá de la colección del Museo, tengo otros gustos que también pueden sorprender, porque uno de mis artistas favoritos es Francis Bacon, que no tiene nada que ver con la atracción geométrica.
Y respecto de museos, ¿cómo sería un podio de museos del mundo que elegirías?
Por último, Argentime tiene un fin, que es mostrar lo mejor de nuestro país, en todos sus aspectos. ¿Qué dirías vos que es lo mejor de la Argentina?
¡Buenísima entrevista! Muy completa y entusiasmante para viajar y conocer los museos mencionados por Aldo Rubino. Sin embargo, el propósito público que su creador alienta con el MACBA es lo mejor, educar, abrir espacios de descubrimiento, y para todas las edades.
Excelente entrevista a Aldo Rubino ¡valiosa persona!