Arte y cultura
Aldo Rubino: El Arte de dirigir un Museo
Por Lucas Argüelles
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Una cosa es ser un coleccionista y otra muy diferente es armar un museo de cero para que tu obra sea disfrutada por todo el mundo. Aldo Rubino, Director del MACBA, cuenta su historia con el arte –especialmente el abstracto-, cómo nació la idea de crear un Museo y cómo es llevarlo adelante.
La fachada del MACBA
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Tené siempre a mano contenido exclusivo y de alto valor para conectar con nuestra Argentina querida.

¿Cómo comienza tu interés por el arte y el coleccionismo, dado que venías de otro ámbito, de otra actividad?


Mi interés por el arte parte de cuando era niño. Me gustaba mucho pintar y asistí a algunas visitas a museos, más que nada al de Bellas Artes. Y recuerdo, muy lindas experiencias, como algunas exhibiciones en las que pude observar obras de Kandinsky, de Víctor Vasarely y de artistas argentinos como Maldonado, Melé.

Creo que ahora, mirando en retrospectiva, realmente ha marcado un poco el gusto mío y las preferencias que a lo largo del tiempo fui elaborando y construyendo.


Y más allá de los gustos, ¿en qué momento decidiste ser un coleccionista de arte?


Yo creo que alrededor de los 20, 22 años empecé a tener una inclinación a coleccionar, que se inició, más que nada, con objetos antiguos. Podían ser objetos más relacionados con la decoración, con la plata peruana. Me iba de viaje, y trataba de encontrar antigüedades que representaran, sobre todo, la belleza que uno encuentra en este tipo de objetos; como la plata cincelada, donde se puede ver el trabajo de un orfebre.


Empecé a coleccionar arte alrededor de mis 24, 26 años y, como la mayoría de los coleccionistas, empezamos a coleccionar aquello que tenemos más cerca. Y aquello que tenemos más cerca, obviamente, son artistas argentinos que, además, se adecúan al bolsillo de cuando uno tiene esa edad y está empezando a construir una carrera, ¿no?

¿Y por qué lo abstracto o lo abstracto geométrico? Si es correcta la definición.


Creo que la abstracción geométrica tiene un par de aristas particulares destacadas, que las encontramos diariamente en nuestras vidas. O sea, las líneas, los planos, forman parte de nuestra vida cotidiana.


Creo que también el hecho de no estar influenciado por las pinturas figurativas,

en las cuales uno ve caras, gestos, hace más libre la interpretación de lo que uno está mirando. Se trata de un lenguaje mucho más universal, más inclusivo, porque permite, en general, al espectador poder reencontrarse con una obra que no tiene la complejidad de otras de estilo surrealista.

En ese sentido, me gusta mucho porque es un arte que también realza la estética


y es un punto que a mí me importa muchísimo en todos los aspectos de la vida; el tema de la estética, de la perfección, de poder observar algo que sea un goce para la vista y para los sentimientos. Y al estar despojado de muchos otros elementos que uno encuentra, nuevamente, en el surrealismo, en mi caso es algo que me colma de sentimientos, y creo que, en definitiva, el arte es sentimiento.

Estamos haciendo esta entrevista en el MACBA, el Museo de Arte Contemporáneo de Buenos Aires, tu museo. ¿Cómo fue la idea, o el sueño, de tener un museo propio, de poder instalarlo acá en Buenos Aires? ¿Cómo fue ese proceso hasta que se hizo realidad?


Sí, unos pocos años antes de abrir el Museo, que se empezó a construir a fines del 2009, principios del 2010, yo venía muy embarcado en el tema de estar involucrado en alguna institución educativa. Me interesaba mucho participar de un proyecto de un colegio privado.

Paralelamente, la colección creció a pasos agigantados, a un punto que ya no quedaban paredes en la casa. Entonces, como muchos coleccionistas, empecé por tener un depósito externo y todo se volvió mucho más complicado. Entonces, creo que en un momento pensé en tener como un espacio, no precisamente un museo, en el cual yo pudiera contener en mi colección y hacer actividades relacionadas a ella o actividades culturales relacionadas a espacios de arte, que tienen que ver con charlas, con aprender y difundir.


La segunda tarea importante fue encontrar el espacio. Y yo quería que fuera o en San Telmo o en el Abasto. Yo nací en el barrio del Abasto, a una cuadra del mercado, donde mis padres tenían un almacén. Íbamos seguido al mercado para comprar verduras, frutas que vendíamos en el almacén. Por eso, para mí tenía que ser en un barrio muy representativo de Buenos Aires, incluso de la Argentina en el exterior. En la búsqueda, un amigo que tiene un anticuario en San Telmo, a quien también mucho visitaba por mi afecto hacia las antigüedades, me dice “mirá, Aldo, hay un terreno, un baldío; hay un estacionamiento que ya no funciona más, al aire libre y tiene un cartel de venta.” Ah, y yo, “¿y dónde está?” Bueno, me dice la dirección, que estaba acá en la Avenida San Juan, pegado al Museo de Arte Moderno. Y me dice, “está muy bueno, porque aparte está en una avenida, tiene más visibilidad”. Me vine a verlo y me gustó mucho. Lo consulté con unos arquitectos con los que estaba empezando a pensar en tener un simple espacio, y coincidimos en que era ideal. Porque lo primero que tenés que pensar dónde vas a establecer el lugar. A partir de ahí, bueno, nos embarcamos.


Una vez que se adquirió el terreno, la idea se fue madurando de otra manera, y cuando me quise dar cuenta, estaba embarcado en construir un edificio. Y un edificio ya implicaba pensar en más que un simple espacio de una colección privada, sino que se convertía en algo para contener algo público, con actividades públicas, en la cual, de manera mucho más inclusiva y democrática, no tenías que ir a pedir un turno para ir a ver la colección de Juan o Pérez; sino que, bueno, era un mensaje bien fuerte de parte de un coleccionista de dar y abrir las puertas de su casa, y un poco de su corazón. De todo lo que venía haciendo durante décadas, y darlo al público, en este caso de la Ciudad de Buenos Aires, o cualquier público que nos visite.


Así que, bueno, creo que se trata de la conjunción de tener un lugar, donde se junta la parte educativa, la de difundir y la de colaborar en la educación, con la de difundir cultura a través de las artes plásticas.

Bien, y desde el lado del diseño del Museo, ¿hubo una búsqueda particular? ¿Te involucraste también desde ese lugar?


Sí, a mí me gustaba mucho, cuando viajaba al exterior, los edificios como este, muy despojados, ¿no? Y recuerdo que cuando se empezó a definir el estilo, yo estaba en Venecia visitando la Bienal, en la Punta de la Dogana, que es un lugar histórico dentro de Venecia, que fue reformulada en algunas de las áreas por Tadao Ando. Tadao Ando es un arquitecto japonés, es mi favorito, junto con Renzo Piano, en lo que tiene que ver con construcción de espacios expositivos; Renzo Piano ha hecho muchísimos, empezando por Fundación Weyeler. Y bueno, una de las partes de las salas grandes era pared de concreto, con pisos adoquinados, y recuerdo haberlo llamado al arquitecto y decirle, “bueno, quiero esto, quiero paredes de concreto a la vista, quiero vidrio, aluminio y los pisos adoquinados.” Me dice, “me encanta toda la idea, vamos a hacerlo algo bien minimal, pero para darle un poco de calor al espacio, creo que los pisos tienen que ser de madera.” Entonces, bueno, cedí en eso, que creo que fue un acierto.

Siguiente a eso el gran tema era la escalera, cómo unir los pisos. Yo en ese momento estaba viviendo en New York, y recuerdo que iba y visitaba tanto espacios expositivos de museos como instituciones, o incluso tiendas,


buscando diferentes formas de escaleras. Hasta que el arquitecto me propone la rampa y, bueno, creo que hacía mucho sentido, porque a veces las escaleras tienen una presencia muy predominante, y la idea de las paredes en concreto y de todos los elementos despojados, materiales básicos, como el aluminio y la madera,

era para que el visitante no sienta distracción de nada, y realmente se pueda concentrar en observar, y disfrutar de la pintura, o una escultura, en este caso.

Para quien no sabe tanto del tema, ¿cómo es que funciona un museo y en particular el MACBA? ¿Cómo se programan las muestras?


Los museos en general trabajamos con dos o tres años de anticipación, pensando, elaborando y, sobre todo, gestionando, en cuál va a ser la programación. Eso implica estar con los curadores, hablar con el consejo asesor que tenemos, que son curadores internacionales; recorrer, en mi caso, muchos talleres de artistas, galerías, exhibiciones, tanto en el país como en el exterior. Todo esto te permite empezar a diagramar lo que puede ser un programa de exposiciones.


Los programas de exposiciones a veces tienen que ver, en una parte, con temáticas de actualidad que están ocurriendo en el mundo; y en otra parte con la colección en sí que tiene el museo. Hay espacios aquí, en la Ciudad de Buenos Aires, que tienen programas de exposiciones, pero no tienen colección. Nosotros tenemos una colección grande, muy reconocida internacionalmente. Entonces, bueno, es un mix de todos estos elementos, en el cual también está el gusto personal.


Un director artístico, también tiene gustos personales, inclinaciones, o prefiere, un determinado artista sobre otro, o la temática. Son cosas que se conversan, pero siempre está la impronta de quien lleva adelante un poco la programación. Así que hay un trabajo de equipo.

¿Cuesta insertar, en cierta forma, en el ambiente, en la escena, un museo relativamente nuevo, tanto local como internacional?


Como toda start up, porque para uno, que viene del lado de las finanzas, esto también fue. Como cuando se empieza una empresa. Y siempre es difícil, ¿no? Sobre todo los primeros seis meses, que son críticos. Si uno en los primeros seis meses no logra afianzar el proyecto, se hace luego cuesta arriba.


Nosotros teníamos una pequeña ventaja en esta start up que era el hecho de que había una colección; mucho más chica de la que es ahora, obviamente, pero había una colección. También, a nivel personal, tenía un cierto reconocimiento como coleccionista. Pero siempre comenzar es difícil. Aparte, por que la idea no era que fuera el museo Aldo Rubino, sino un museo de arte contemporáneo en el cual uno está contribuyendo, en este caso, a la Ciudad de Buenos Aires a tener una propuesta que enriquezca el resto de la escena. Se fue contratando gente idónea, reconocida en el medio, para poder, entonces, ayudar de manera mucho más profesional, a solidificar el proyecto que recién empezaba.


Hoy, doce años después, el Museo está súper instalado en la escena, tanto nacional como internacional. En este plano la colección ayuda mucho, no sólo porque viaja y estuvo expuesta en otros espacios, como el Museo del Barrio de New York y el Macro Museo de Roma, entre otros; sino por todos los préstamos que el MACBA realiza a otros museos en el mundo de obras muy importantes de la colección, que se expusieron en el MoMA de New York, el Museo de San Francisco, y en tantas otras instituciones.

Eso le da una visibilidad enorme al MACBA en Buenos Aires, que también se ve reflejada en la visibilidad que tienen entonces los artistas que son parte de la colección.


¿Cómo intenta el Museo captar nuevos públicos que, quizás, no son tan adeptos al arte, pero uno quiere que vengan y conozcan?


Es una buena pregunta la que hacés, porque siempre, desde el comienzo del museo, mi idea es, como gran amante de la música desde chico, poder hacer un cruce de diferentes actividades de expresión artística. Tanto musical, como la danza, como el cine. Porque eso te permite que muchas personas que no se acercan específicamente para venir a ver una exposición de arte, sí lo hagan para escuchar un concierto de piano o de jazz, o para ver un ciclo de películas. Y como todas esas actividades, en general, se realizan dentro del espacio museístico, permite que la gente que venga, se encuentre de repente con las exposiciones, se enfrente con el arte. Las visita, las disfruta, las descubre, y quizás termina descubriendo un gusto que estaba allí, pero aún no había percibido.

Es una gran forma de atraer a otros públicos. Un ciclo de jazz acerca mucho al público joven; un ciclo de piano a gente más de la mediana edad; se hacen ciclos específicos para la mujer, ciclos para cinéfilos; en todo se trata de incluir la familia,para que los chicos, descubran los museos.


Hacemos también ciclos de ajedrez. Yo soy un fanático de ajedrez y juego desde que tengo cuatro o cinco años. Hemos hecho muchísimos ciclos de todos los domingos, en la vereda, a donde viene un gran maestro y juega partidas simultáneos. Hay mucha relación entre el arte geométrico y el ajedrez.

¿Cuál dirías que es el próximo paso u objetivo del Museo?


Seguir haciendo cada vez mejor lo que estamos haciendo. Creo que estamos bien encaminados. Somos de buscar siempre programaciones exigentes, que sorprendan. Creo que la meta es siempre estar adelante en ese sentido y segur trabajando más en ampliar los públicos.

Me importa mucho también que el espacio tenga visibilidad internacional. Porque una de las funciones que se fijó el Museo al principio es difundir no solo lo que nosotros realizamos, sino también la tarea de los artistas argentinos en el exterior. Nuevamente, hago énfasis que en el hecho de tener una colección tan internacional como la del Museo, en la cual el 60% de la colección está integrada por artistas


norteamericanos y europeos, con artistas consagrados de primera línea, históricos y contemporáneos, permite a los argentinos y sudamericanos tener de por sí una plataforma de lanzamiento y de visibilidad que no muchas instituciones te pueden dar. Entonces, para mí, el trabajo internacional, que me ocupa sobre todo a mí por el hecho de vivir en el exterior hace 14 años, es una de las líneas del Museo a seguir profundizando y ampliando cada vez más.

Hablemos de tus gustos. ¿Cuáles son tus artistas favoritos internacionales y locales?


A nivel local, el listado sería larguísimo, tan largo como el de todos los artistas que están en la colección. Pero hay algunos históricos que me gustan mucho, como Alfredo Lito, Manuel Espinosa, Maldonado, Juan Melé. Y artistas jóvenes o de mediana carrera, hay muchos; y en general mujeres, como Gabriela Boer, Adriana Blin, Alicia Herrero. Sería interminable.


A nivel internacional, Victor Vasarely obviamente fue la adquisición más importante que hizo el Museo, a partir del cual la línea de la colección se afianzó o se determinó que sería realmente atracción geométrica, con lo cual Vasarely sí es uno de mis preferidos. También Mondrian, François Morelet, Kandinsky, obviamente. Pero a nivel personal, más allá de la colección del Museo, tengo otros gustos que también pueden sorprender, porque uno de mis artistas favoritos es Francis Bacon, que no tiene nada que ver con la atracción geométrica.


Y respecto de museos, ¿cómo sería un podio de museos del mundo que elegirías?


Es difícil decir cuál es el favorito, porque hay muchos lindos; pero sin lugar a dudas, y hablando de arte contemporáneo o arte de posguerra, te diría que en el podio está la Fundación Beyeler, un proyecto ejecutado por Renzo Piano, un gran arquitecto italiano que se ha dedicado a hacer muchas instituciones museísticas en el mundo.

Me ha gustado mucho el Luciana Museum, que está en Dinamarca, sobre el agua, tiene un par de esculturas increíbles. También me gusta la Menil Collection, que es un espacio que está en Houston, que también lo hizo Renzo Piano. Obviamente me gusta el Metropolitan Museum, porque es bellísimo el espacio. Me gusta el MoMA, porque creo que la dinámica del museo es espectacular. Creo que esos son con los que me siento más cercano o identificado.

Por último, Argentime tiene un fin, que es mostrar lo mejor de nuestro país, en todos sus aspectos. ¿Qué dirías vos que es lo mejor de la Argentina?


Después de haber viajado a casi todos los continentes, siempre digo que Buenos Aires es la ciudad más linda del mundo. Y que Argentina es uno de los países más bonitos del mundo. Tenés de todo: tenés la montaña, tenés los viñedos, las Cataratas, los glaciares; tenés una ciudad cosmopolita como Buenos Aires, que es increíble, el Norte.

Creo que tenemos la fortuna de haber nacido en un país como Argentina.
Publicado 06/03/2024
Por Lucas Argüelles
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Celina Mc Lean
2024-03-22T14:06:21.577Z

¡Buenísima entrevista! Muy completa y entusiasmante para viajar y conocer los museos mencionados por Aldo Rubino. Sin embargo, el propósito público que su creador alienta con el MACBA es lo mejor, educar, abrir espacios de descubrimiento, y para todas las edades.

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Celina Mc Lean
2024-03-22T14:08:24.559Z

Excelente entrevista a Aldo Rubino ¡valiosa persona!

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