El antiguo Palacio de Correos, inaugurado en 1928 y años más tarde declarado Monumento Histórico Nacional, fue remodelado totalmente como parte de las celebraciones del Bicentenario de la Revolución de Mayo de 1810. Hoy es un enorme centro cultural de bellas artes con un gran número de exposiciones de arte y actuaciones musicales.
Haciendo un poco de historia, nos encontramos con que el denominado, en su momento, Palacio de Correos y Telecomunicaciones nació en 1888 por iniciativa del doctor Ramón J. Cárcano, director de Correos de la Argentina, ante el crecimiento de los servicios. En ese entonces, era presidente Miguel Juárez Celman; y Buenos Aires, la flamante Capital Federal de la República. Para su realización, se eligió al arquitecto francés Norbert-Auguste Maillart, quien realizó un diseño basado en el de la Central de Correos de Nueva York.
Maillart comenzó su trabajo en 1889, en los terrenos de la manzana de Alem y Corrientes, cedidos por la sociedad Las Catalinas que, mediante el relleno, lo había ganado al Río de la Plata. En esa época, el Estado buscaba que los edificios oficiales tuviesen la pompa que reflejara el auge económico del momento. A eso se le llamaba “arquitectura de prestigio”.
La primera interrupción del trabajo ocurrió en 1890 debido a la crisis económica y a la caída del presidente Juárez Celman. Años más tarde, en 1928, después de varios contratiempos, el presidente Marcelo T. de Alvear inauguró el edificio, que difería en muchos aspectos del diseño original del arquitecto Maillart. Posteriormente, en 1997, fue declarado Monumento Histórico Nacional debido a su calidad arquitectónica, su importancia histórica y las obras de arte que se hallan en su interior.
Su estilo es de influencia francesa, según los cánones de la École des Beaux Arts parisina, con techo a mansarda y una cúpula truncada, un cuerpo saliente en la parte central y ventanas que van desde el piso hasta el techo. Posee una espléndida fachada mirando al sur adornada con cuatro columnas monumentales y abundantes molduras ornamentales, incluyendo copones sobre la cornisa. Está construido sobre un terreno de 12 500 m² y su superficie total edificada es de 88 050 m². Su altura es de aproximadamente 60 m. Posee nueve pisos: subsuelo, planta baja y siete pisos altos.
Fue en 2003 cuando dejó de funcionar como Correo Central. Dos años después, las entonces autoridades nacionales decidieron llamar a licitación internacional de anteproyectos para convertirlo en un centro cultural como parte de las celebraciones del Bicentenario de la Revolución de Mayo de 1810.
En el concurso se presentaron más de 340 estudios de arquitectura de más de veinte países. El primer premio lo obtuvieron los estudios de arquitectura Bares y Asociados (B4FS), de La Plata, y Becker-Ferrari, de Buenos Aires. El 24 de mayo de 2010 comenzó la primera etapa del nuevo centro cultural, que en 2012 pasó a llamarse Centro Cultural Néstor Kirchner.
El día de su inauguración, se descubrió una placa en honor al expresidente Néstor Kirchner que dice: "Es un edificio con valor histórico y patrimonial colmado de un alto contenido simbólico para la comunidad en general y para Néstor Kirchner en particular, ya que era hijo de un trabajador postal, quien en sus viajes desde Río Gallegos a Buenos Aires solía visitar el edificio y recorrer sus instalaciones".
Sin embargo, el 21 de mayo de 2015 fue reinaugurado con otro nombre: Centro Cultural Kirchner (CCK). Este título generó muchas críticas y aún hoy una gran cantidad de ciudadanos piden el cambio de denominación. Uno de los argumentos es que “dicho centro cultural, creado con fondos del Estado nacional, es patrimonio de todos los argentinos, y su rótulo representa solo a un sector de ellos. Celebramos la creación de un espacio tan importante para promover la cultura, pero rechazamos en forma rotunda su nombre. Se violó la ley de la Ciudad de Buenos Aires que exige que se cumplan diez años del fallecimiento. Sería lógico que se denomine Centro Cultural del Bicentenario”.
Uno de los recintos que más llama la atención de los visitantes es el aula denominada Ballena Azul. Se trata de una sala excepcional, no solo por su considerable comportamiento acústico, sino también porque no se parece a casi ninguna otra. Por su capacidad de 1950 espectadores, sus dimensiones que alcanzan los 20 000 metros cúbicos y su facultad para encarar repertorios sinfónicos clásicos, románticos, contemporáneos, de cámara y popular, la Ballena no tiene antecedentes.
Cabe destacar un hecho importante: la apertura del nuevo Centro Cultural se hizo apresuradamente y hubo detalles trascendentes que el nuevo Gobierno nacional –que asumió en diciembre de 2015 encabezado por el presidente Mauricio Macri– tuvo que comenzar a corregir.
Justamente, la sala sinfónica del viejo correo, conocida como la Ballena Azul, no había alcanzado su máximo rendimiento acústico, por lo que hubo que realizar ensayos con la presencia de público. “Estamos solucionando los detalles de una inauguración precipitada”, declaró Hernán Lombardi, ministro de Medios Públicos del Gobierno nacional. La primera de las sesiones de medición y ajuste de la acústica se concretó con un ensayo de la Orquesta Sinfónica Nacional y con público en la sala, y se continuó con las correcciones durante varios meses. Hoy el sonido es notable.
En la actualidad, porteños, gente del interior del país y visitantes extranjeros disponen en la ciudad de Buenos Aires de un lugar privilegiado para disfrutar de un gran número de exposiciones de arte y actuaciones musicales de primerísimo nivel. Junto al Teatro Colón, nuestro coliseo de fama mundial, conforma un prestigioso aporte a la cultura.