El paisaje del camino por la Ruta Provincial 34 camino a los puentes colgantes fue construido entre los años 1915 y 1918 y es de una espectacular belleza. La provincia, en su momento lo declaró “Maravilla Artificial de Córdoba”. La ruta, con más de cien curvas, obliga a transitarla con mucha prudencia.
En el camino ubicado entre Copina y Cóndor del Viejo (recorrido que une el Valle de Punilla con Traslasierra), y luego de transitar a lo largo y angosto camino de ripio durante casi treinta kilómetros, se llega a los cinco puentes, que aguardan la llegada de los visitantes. ¿Pero para qué fueron construidas estas pasarelas? El objetivo fue salvar el cruce de vertientes y pequeños arroyos de montaña, típicos de la sierras cordobesas.
Es que la particular geografía de Córdoba, con el imponente cordón montañoso de las Sierras Grandes, que actúa como barrera divisoria de su territorio, dificultó durante varios años las comunicaciones entre las poblaciones ubicadas a ambos lados de las formaciones. En la actualidad los puentes se encuentran en un proceso de puesta en valor por parte del Gobierno de Córdoba.
El gran impulsor del desarrollo del Valle de Traslasierra fue José Gabriel del Rosario Brochero, un sacerdote dominico que trabajó arduamente para para lograr la construcción de caminos (algo que se llevó a cabo durante 1883) que den mejores condiciones de vida a los habitantes de esa olvidada región del oeste cordobés, y así evitar que emigren a otras regiones. Hasta el día de hoy Brochero es altamente venerado por todos los cordobeses y también fuera de esta provincia.
Hombre de acción, el sacerdote José Gabriel del Rosario Brochero (1840-1914) dedicó su vida a atender los problemas de los habitantes de Traslasierra y fue el impulsor del camino de las Altas Cumbres. El pueblo que lleva su nombre es visitado por turistas y paisanos para conocer el lugar donde vivió el cura gaucho y donde varios monumentos mantienen vivo su recuerdo.
Fue en el año 1914 que se completaron los estudios y los primeros proyectos para construir esta obra monumental, que permite el paso de vehículos siguiendo las huellas de una senda pública en herradura que era utilizada por caminantes y jinetes a caballo o a lomo de mula. Así es que se estableció que el camino tendría un ancho de cinco o seis metros, contaría con pircas de defensa para evitar los cortes y derrumbes por corrientes de agua, drenajes, vados, alcantarillas y puentes colgantes y el 13 de enero de 1915 se dio por iniciada la obra.
En Copina, los turistas encontrarán el llamado Almacén de las Vertientes, donde es posible desayunar o almorzar. Allí también se puede hacer consultas sobre el lugar y el estado del camino a los puentes. Luego, en subida, se cruzan los cinco puentes ubicados a 1.450 metros de altura, lo que llevará el día completo para la visita. Son seis en total los puentes, pero el primero está totalmente destruido, por lo que habrá que bordearlo para seguir el camino. El resto están transitables y listos para disfrutar de esta aventura cordobesa. La obra de casi 93 kilómetros se realizó en seis tramos y, en esa época fue toda una proeza, porque los obreros debieron vencer la montaña con herramientas de mano y explosivos.