"El alfajor se ubica como la golosina más consumida por los argentinos. Es un segmento en permanente expansión", sostienen desde la Asociación de Distribuidores de Golosinas y Afines (Adgya), sobre un mercado que representa casi la mitad de todo el consumo de productos de chocolate o bañado.
Lo cierto es que en 2022 se comercializaron 6 millones de unidades por día -unos $1.500 millones de pesos-, mientras que en 2023 esa cifra se extendió a 10 millones: lo que se traduce en 115 ventas por segundo y un consumo per cápita de 79 alfajores al año. En resumen, el número de alfajores consumidos al año supera los ¡3.500 millones!
Entre tantas marcas y variedades, según una encuesta realizada por la Unión de Kiosqueros de Argentina, la más elegida es Guaymallén, la empresa creada por Ulpiano Fernández, en 1945, y que en 2022n inauguró una nueva planta en Ezeiza con el objetivo de producir 3 millones de alfajores por día.
Si hay que hablar de un clásico insignia de nuestro país, hay que hablar de Havanna. “En nuestra planta producimos alrededor de 80.000.000 de productos al año. Solo en Mar del Plata se producen entre 30 mil y 40 mil docenas de alfajores cada día. A partir de 2017, luego del éxito del lanzamiento del alfajor 70% Cacao Puro -que llegó a vender más que el alfajor tradicional-, mantenemos la idea de lanzar un nuevo alfajor o producto en verano, exclusivo para la Costa Atlántica", comentan desde la empresa.
En esa línea, en el marco de los 150 años de Mar del Plata, se estrenó el alfajor de sal marina, un boom veraniego que generó largas colas en los 53 locales con presencia en los balnearios bonaerenses. Desde su salida al mercado, en tan solo dos semanas se vendieron 260 mil unidades, el número más alto en un lanzamiento de Havanna: duplicó los volúmenes de las versiones “Súper dulce de leche” (2022) y “Cacao al 70%” (2017). “Superó en un 200% la expectativa de venta", aseguró Martín Zalazar, gerente de Marketing, lo que dio lugar a que esta versión se venda de forma permanente desde abril.
Según datos del mercado, un tercio de este es liderado por Bagley, empresa perteneciente a Grupo Arcor, con propuestas como Bon o Bon, Tofi, Mini Torta Águila, Cofler, Blanco y Negro y Tatin, entre otras. Por el lado de Mondelez Internacional, las marcas que asoman son Terrabusi, Milka, Oreo, Pepitos y Shot, mientras que entre las variantes pymes se encuentran Jorgito, Guaymallén y Fantoche.
Clásicos, regionales, de autor, simples, triples, apto veganos y también celíacos, entre el sinfín de variedades que arroja la materia. Pero hay estandartes, inamovibles: el marplatense, el cordobés, el santafesino y el de maicena.
“El cordobés se caracteriza por su sabor a fruta: durazno, higo, membrillo; las tapas son una especie de bizcochuelo esponjoso. Es un alfajor bastante húmedo, con una capita de merengue. El santafesino puede ser multicapa en donde las tapas son de masa de hojaldre, con dulce de leche y baño de azúcar. Y luego está el marplatense: bañado en chocolate puro -no cobertura-, con una buena cantidad de dulce de leche como relleno, cierto licorcito y unas masas ni muy secas ni muy húmedas”, le cuenta a Rodolfo Reich, periodista de La Nación, Ivana Nieto, ingeniera en alimentos y especialista en análisis sensorial del INTI.
Del 16 al 18 de agosto se llevará a cabo el Campeonato Mundial del Alfajor,en el predio ferial La Rural, “el primer evento destinado a premiar el esfuerzo de las empresas por entregar a los consumidores los mejores alfajores, de máxima calidad, realizados con recetas transmitidas de generación en generación y empleando los ingredientes más puros”.
“Se pretende difundir y visualizar a la industria alfajorera y a toda la cadena agro-productiva que con su idoneidad e innovación generan un producto alimenticio insignia de nuestra región”, afirman desde la organización, que también lleva adelante la Feria Argentina -del 10 al 12 de febrero, en Mar del Plata- y la Feria Internacional del Alfajor -del 14 al 16 de junio, en Fray Bentos, Uruguay-.
La modalidad consiste en enviar una muestra para ser sometida a una evaluación sensorial bajo un estricto procedimiento de cata a ciegas, donde un jurado especializado asignará un puntaje en base a más de 35 características establecidas. Los puntajes máximos de cada categoría obtendrán las medallas de bronce, plata y oro: los ganadores de esta última participarán por ser el mejor alfajor del mundo.
El galardón 2023 fue para “Alfajores Quiero”, en su versión triple con galletita de chocolate, relleno con dulce de leche y ganache de maní, con baño de chocolate semiamargo. ¡De Campana para el mundo!
La palabra “alfajor” proviene del árabe “Al- Hasú”, cuyo significado es “el relleno”. Consistía en una base de pasta de almendras, nueces y miel, que fue introducida en España -más precisamente en Andalucía- con la dominación árabe, que se prolongaría durante ocho siglos.
Con las inmigraciones españolas a nuestro país, el “al-hasú” comenzó a encontrarse en algunas casas pasteleras, pero sin mucha demanda, más que de aquellos recientemente llegados que estaban acostumbrados a esa pieza pastelera.
Hasta ese momento, el alfajor o también llamado tableta era rectangular: su forma redonda -que le dio su grandeza y su fama- fue aportada por el químico francés Augusto Chammás, quien llegó a la Argentina en 1840. Fue en 1869 que junto a su esposa inauguró, en la provincia de Córdoba, una pequeña fábrica dedicada a la confección de dulces y confituras.
Un dato de color que aporta Jorge D'Agostini, autor del libro "Alfajor argentino: historia de un ícono": parte de la Constitución Nacional de 1853 se redactó en la alfajorería Merengo, en la provincia de Santa Fe. Quienes estuvieron allí se llevaron un alfajor de dulce de leche como recuerdo, razón por la cual comenzó a tener popularidad en los distintos rincones del país.