Viajes y Gastronomía
Olacapato: Vivir cerca del cielo
Por Carlos Manuel Couto
Compartir en
0 comentarios
Avatar imageAvatar image
+723 personas están leyendo esta nota
Avatar imageAvatar image
+723 personas están leyendo esta nota
No es fácil habitar el terruño a cuatro mil cien metros sobre el nivel del mar. Sin embargo los casi 200 habitantes actuales de Olacapato, el pueblo más alto de la Argentina, sobreviven luchando contra la tremenda adversidad de la estepa salteña. Pocos son capaces de aceptar tremendo desafío.
Avene vertical
Avene vertical
Tené siempre a mano contenido exclusivo y de alto valor para conectar con nuestra Argentina querida.

Nicasio Tusanquilla fue hace unos años quien me recibió mientras guardaba en los corrales su más preciado capital: catorce llamas y veinticuatro huarizos nacidos del cruce de la alpaca con la llama.


Olacapato pertenece al departamento de Los Andes, está a unos 200 kilómetros de la capital salteña y a 60 kilómetros de San Antonio de los Cobres desde donde llegan las provisiones, viajando por la ruta 51, muchas veces sobre las nubes, bordeando abismos, viejos cementerios, agua cristalizada en la banquina por el intenso frío y una desolación que agobia. Los que se animan a subir admiran su geografía pero deben enfrentar el apunamiento o soroche (mal de altura) que afecta también a los coches. Pero a pesar de todo lo que le juega en contra, hay que disfrutar de las noches olacapeñas que deslumbran con un firmamento difícil de igualar: millones y millones de estrellas iluminan ese cielo infinito.


“Dura es la vida aquí”, me cuenta Tusanquilla, “pero somos una comunidad muy solidaria. Si al vecino le falta algo o tiene una emergencia siempre habrá alguien que acuda en su ayuda. La mayoría de nosotros somos mineros que nos dedicamos a la extracción del litio en los salares cercanos pero entre nosotros funciona mucho el trueque”, completa.

El suelo de Olacapanto es muy árido y se hace difícil tener cultivos, salvo brotes de cebollas, papines andinos y zanahorias. El poblado tiene veranos moderados pero inviernos muy rigurosos –en invierno las temperaturas llegan a los 10 grados bajo cero o más - con una amplitud térmica que produce diferencias de hasta treinta grados centígrados en un solo día.

El pueblo se encuentra inmerso en un valle rodeado de un cordón montañoso de viejos volcanes inactivos y cerros de más de 5.000 metros de altura en cercanías del Salar de Cauchari. Olacapato actualmente figura como una población salteña, aunque está en permanente discusión con la provincia de Jujuy por su soberanía debido a que se encuentra en zona fronteriza. Según la cartografía del Instituto Geográfico Nacional, Olacapato pertenece a la provincia de Jujuy, pero su administración corresponde a la provincia de Salta.


Las casas se caracterizan por tener viviendas de construcción espontánea (ladrillos de adobe) con ventanas de madera pintadas de azul o rojo y adaptadas a las rigurosas condiciones climáticas. Los truques de artesanías (gorros, medias de lana y abrigos) funcionan a pleno porque son intercambiados por productos de despensa como azúcar, fideos, polenta, vino, gaseosas, entre otros; una economía que viene de sus ancestros.


Averiguo por la escolaridad y encuentro que tiene una sola escuela pública de nivel primario, la Nº 4.600 “Mayor Juan Carlos Leonetti” a la que concurren unos setenta alumnos. La rigurosidad del clima determina que esta escuela, al igual que otras del Departamento Los Andes, desarrolle su actividad con la modalidad conocida como “régimen de verano” con un ciclo lectivo que se extiende desde fines de agosto hasta mediados de junio. “En Olacapato no hay vacas”, me explica Nicasio cuando le pregunto por su régimen de comidas; “la carne que consumimos es de llama o cabra. Nuestra ración, en gran parte es de recetas locales y ancestrales, como la sopa de frangollo con carne de llamita. Las empanadas, el charqui con mote, la cazuela de cabrito o las milanesas de llama completan nuestro menú, y nuestro postre preferido es el achai, hecho a base de sémola hervida con duraznos, azúcar y pasas de uva.”


Anochece. El viento es fuerte y el frío achicharra, ya me había advertido Tusanquilla, y vamos a dormir en el único hospedaje del pueblo, que se encuentra a 50 kilómetros por la ruta 51 en el límite con Chile; tiene un comedor para almuerzos y cenas, que habitualmente es utilizado por los camioneros de las minas y por los viajeros que van camino a Chile. Pedí una sopa y luego una cazuela de cabrito para quitarme esa sensación gélida que dominaba mi cuerpo. Compartí mesa con un camionero chileno de nombre Benjamín Artosa que me contó la odisea de cada viaje al tener que cruzar lo que se conoce como el “Desierto del Diablo” y los extensos salares de Pocitos y Arizano. Según los geógrafos argentinos, este desierto – que es una extensión del desierto chileno de Atacama- es lo más parecido a la superficie de Marte y es uno de los sitios más aislados de la Puna, cerca de la localidad de Talar Grande, con una aridez extrema que lo vuelve inhóspito para cualquier ser vivo.


Una vida de sacrificios

La única fuente de trabajo de los pobladores es la extracción del litio y la ulexita, dos minerales conocidos como “oro blanco” del Parque Solar Caucharí, el más grande de Sudamérica, que está en territorio de Jujuy. Sin embargo, a pesar de vivir pegados a esta inmensa fuente de riqueza, en Olacapato ni siquiera hay agua. Los pobladores toman el líquido que fluye a 133 kilómetros de distancia y que baja del Volcán Quehuar, cuya función social es justamente la provisión de agua. “Para nosotros es una montaña sagrada”, dice el cacique Alejandro Nieva, pero deben hervirla porque a raíz de la presencia de animales, muchas veces baja sucia.


Erguido a unos seis mil metros de altura, el volcán se ha transformado en un importante sitio arqueológico, ya que en su cumbre se han hallado rastros antiquísimos como sandalias incas con suela de cuero y capellada de pelo de camélido, lo mismo que fardos funerarios rodeados de apachetas en la zona de Abra del Gallo. La mayoría de los pobladores olacapeños pertenecen a la comunidad coya. Al aislamiento geográfico del pueblo, hay que sumarle el tecnológico. Solo la escuela y la comisaría disponen de Internet a un costo mensual de casi 3.000 pesos. Pero Olacapato disfrutó de mejores tiempos. Y eso lo demuestra la vieja estación del ferrocarril Belgrano, hoy en total estado de abandono.

¿Cómo enfrentar la altura?

Los que se animen a llegar a Olacapato deben saber cómo enfrentar los problemas que provoca la altura. En principio cuesta respirar por lo que conviene hacer movimientos lentos. No hay que caminar rápido y masticar coca ayuda a estabilizar el cuerpo y evitar mareos. El soroche siempre acechará a los que no cumplan con estos requisitos. Generalmente se necesita un par de días para que el cuerpo se adapte a estas nuevas circunstancias, y para quienes sean hipertensos será conveniente que consulten con su médico sobre las posibilidades de viajar.

La ruta nacional 51

Es conveniente saber para quienes viajen por esta carretera argentina que se encuentra al oeste de la provincia de Salta y el sudoeste de la provincia de Jujuy, que tiene un recorrido de 283 kilómetros, de los cuales 149 están pavimentados y el resto es calzada de ripio. Une el aeropuerto de Salta con el Paso de Sico a 4.092 metros sobre el nivel del mar. Algunos tramos corren paralelos al Tren de las Nubes, pasando por la Reserva Provincial Los Andes, en el oeste de la provincia salteña. Desde 1993 se habilitaron los tramos de La Encrucijada, Abra Blanca y Abra Muñano (4.180 msnm) conectándose con Antofagasta por el Paso de Sico.

Publicado 11/04/2023
Por Carlos Manuel Couto
Volver arriba
Más leídos
Comida étnica en Bueno...
Viajes y Gastronomía
La variedad gastronómica responde a diversas culturas del mundo. Este recorrido ...
El Centro Cultural San...
Arte y cultura
A lo largo de medio siglo, el Centro, ícono de la cultura, fue sede de miles de ...
Mercado de hacienda: M...
Viajes y Gastronomía
Si las pasarelas contaran la historia de este mercado vendiendo los mejores ejem...
Registrate en Argentime
snat vertical
snat vertical

¿Algún comentario? Dejá tu opinión en esta nota y más.

elgydium horizontal
elgydium horizontal


Estas son las notas preferidas de nuestros lectores

Disfrutá de estos y otros contenidos de Argentime
Palmeras: la nueva fuente de biodiesel
Ciencia e Industria
A esta altura el término biodiesel es algo bien conocido, especialmente en Argentina, uno de los mayores productores de este combustible en el mundo...
Aceite de Oliva: En la cima y con la necesidad de dar el salto
Ciencia e Industria
El aceite de oliva argentino deja su sello de calidad con reconocimientos a nivel mundial, pero con la firme necesidad de potenciarse y retomar la s...
Alejandro Bustillo: El arquitecto nacional
Historias
El hotel Llao Llao, la Rambla de Mar del Plata, el Banco Nación, el Palacio Duhau, el Monumento a la Bandera, y la lista parece continuar infinitame...
Horacio Pagani: Orgullo argentino
Entrevistas
La historia del diseñador Horacio Pagani es una de esas que hacen sentirnos orgullosos simplemente por haber nacido en el mismo país. Desde Casilda,...
Los bosques petrificados en la Patagonia
Viajes y Gastronomía
Argentina es el país que cuenta con más yacimientos de bosques petrificados del mundo. Entre ellos, se encuentran el José de Ormachea, en la localid...