Dejar de lado lo urgente para disfrutar de la naturaleza y escapar del modo hotel para ganar libertad y cambiar el entorno que nos rodea es uno de los principios que motorizan a esta nueva forma de disfrutar la vida. Con alojamientos que pueden ser carpas o domos geodésicos y con lujos que no tienen nada que envidiar a los mejores hoteles.
El glamping es un fenómeno global que nació en Francia allá por los años noventa inspirado en las tiendas de los reyes galos, mientras que aquí en la Argentina viene creciendo desde el año 2018, a partir de haberse instalado por primera vez en la zona más austral del país, en los bosques de Villa la Angostura, el Glamping Patagonia.
Desde entonces, esta experiencia innovadora viene creciendo con fuerza y multiplicando sus formatos, ya que las estructuras pueden ser de madera, lona, metálicas o con forma de domos geodésicos redondos hechos en madera o aluminio.
Algunas opciones, sobre todo las de lujo, siempre incluirán una confortable cama con sommier, baño privado, aire acondicionado, servicio de limpieza, y los más sofisticados pueden llegar a tener jacuzzi.
Estas “acampadas” pueden realizarse con distintas variantes: en casas sobre árboles, por ejemplo, o bien en los eco- lodges, formados por cabañas de madera adaptadas al lugar en el que se acampe, ya sea montañas, selvas o llanuras. Otras versiones pueden ser las carpas tipo safari o las llamadas tipis, que son carpas muy parecidas a la de los indios norteamericanos sioux, hechas con troncos de maderas cruzados en forma de triángulo cubiertos con lonas resistentes a las lluvias y los vientos.
¿Dónde hacer glamping en nuestro país?
De a poco pero a paso firme, este tipo de turismo se va extendiendo a lo largo de la Argentina. Hoy tenemos campamentos en la Provincia de Buenos Aires (en el Delta), en El Chalten (Parque Nacional Los Glaciares), en Mendoza, Bariloche, San Luis, Salta, Jujuy y en los Saltos del Moconá (Misiones). Por el momento hay registrados un total de treinta y cinco. El sistema recomienda hacer reservaciones hasta con dos meses de anticipación, ya que la demanda es cada vez mayor. Hay registros de ocupación plena, sobre todo entre viernes y lunes de cada semana. Otro detalle, el servicio más solicitado por los clientes, desde que se produjo la pandemia, es el de la limpieza.
En cuanto a las tarifas, varían enormemente de acuerdo al alojamiento elegido y el lugar. Hay que tener en cuenta que en muchas ocasiones los precios son comparables a los de los hoteles de categoría cinco estrellas. Una vez elegido el destino siempre conviene conectarse directamente con el glamping para conocer su costo.
¿Cuáles son los mejores glampings de Argentina?
Están considerados los mejores y más completos:
- “Las Ramblas” en Villa La Angostura (Neuquén)
- “Dos Aguas” en Capilla del Monte (Córdoba)
- “Patagonia EcoDomes” en El Chalten (Santa Cruz)
- “Huemules Reserva de Montaña”, Esquel (Chubut)
- “Puesto Viejo”, Cañuelas (Buenos Aires)
Una experiencia personal
Moconá significa en idioma guaraní “lo que todo lo traga”. Hace unos años tuve la suerte de ser invitado a alojarme en un eco-lodge cercano a los Saltos del Moconá, en la localidad de El Soberbio, y lo recuerdo como una experiencia muy interesante. Una vez instalado en el mismo, con desayuno, almuerzo y cena incluidos, el programa abarcaba salidas de navegación por el río Uruguay por la mañana y por la tarde.
Luego del almuerzo quedaba tiempo libre para descansar o hacer caminatas cercanas por la selva y disfrutar de la compañía de pequeños monitos muy juguetones y descubrir a cada paso cómo conviven armoniosamente mil formas de vida: árboles, arbustos, lianas, enredaderas, junto a mamíferos y reptiles en un fantástico equilibrio natural. Recomiendo siempre, utilizar para estas caminatas, botas o borcegos como protección de las víboras.
A la noche, después de la cena, el lodge quedaba en absoluta oscuridad, por lo que los huéspedes recibían para su movilidad linternas personales. La noche en la selva se transforma en un mundo de sonidos y ruidos difíciles de describir. Al segundo día de estadía, en un enorme gomón con potente motor y con todos los elementos de seguridad, se hacía la salida para navegar por el profundo cañón de tres kilómetros de largo, donde vierten sus aguas el río Yabotí Guazú y el Pepirí Miní.
La profundidad del río en esta falla geológica de miles de años puede alcanzar hasta los 170 metros de profundidad mientras las cataratas oscilan entre los cinco y diez metros de altura despidiendo un inmenso mar de espuma. Si el tema lo entusiasma, tenga la precaución de asegurarse que en su potencial viaje, le den la garantía de que las cataratas estén a full, ya que las aguas tienen, según la temporada, fuertes bajantes que debilitan la caída de hasta transformarlas en apenas un hilito de agua.