Taberna, casa de comidas, figón, fonda, bodega, cantina, bar, tasca, comedor, mesón o restaurante; llámelos como usted quiera. A ellos los sostiene la historia, porque las generaciones pasan pero aún se mantienen firmes. Como alguien supo decir, “firmes como estatua de placita”.
Buena comida, platos abundantes y precios accesibles son las tres características de un bodegón auténtico.
En estas fondas, los platos y postres forman parte de la tradicional comida argentina. Esa que usted también puede comer en su casa y que es una mezcla de alimentos llegados con la inmigración de españoles, italianos, alemanes y franceses. Todas las cantinas tienen además un atractivo propio: su ambientación y su decoración, mezcla de fotos antiguas, de jamones y salames colgados de sus paredes y botellas de vino por todos los rincones. En definitiva son la historia viva que superó una tras otra a cada generación de argentinos. A continuación, le presentamos algunos de ellos.
Agustín Caffarena 64, La Boca
Nació hace 68 años y se quedó con buena parte de la historia del barrio de la Boca. Después de estar cerrado unos años a raíz de la pandemia, los hermanos Castro retornaron con sus recetas de inmigrantes italianos y españoles y volvieron a florecer las viejas paredes con afiches, banderines y fotografías de famosos como Sting, Luis Miguel, Ricardo Darín, Ricky Martin y Diego Maradona, entre otros.
Platos recomendados: ojo de bife a la parrilla, rabas y tortillas bien gruesas.
Hipólito Irigoyen 1199, Monserrat
La especialidad de la casa que ya lleva abierta más de un siglo es, históricamente, el puchero, que mezcla carnes y embutidos de vaca, cerdo y pollo, con verduras y caldo. Su nombre lo acunó en 1908, en honor al cruce que el piloto de aviación Jorge Newbery hizo en 1907 sobre el Río de la Plata, a bordo de un globo aerostático. Cuentan que el propio aviador le pidió a los dueños que lo llamaran así en honor a ese viaje. Además del puchero, en su menú se destacan la paella de pollo y mariscos y la suprema Maryland.
Su historia acumula nada más ni nada menos que un siglo y medio. Se cuenta que antes fue posta de caballos, taberna y pulpería, hasta que en 1873 se transformó en restaurante.
Entre su menú se destacan el conejo al vino blanco, los caracoles a la bordalesa, las ranas a la provenzal y los pescados de la casa: truchas, pejerreyes y brótolas.
San Martín 488, Microcentro
Su historia marca que abrió sus puertas en un sótano y cobró fama con su pizza a la piedra. Tras años de declive, renació en 2013 a cargo de Jorge Ferrari, propietario también de la parrillada El Gaucho, Mercado del Centro y Almacén Suipacha. Entre sus platos más recomendados se encuentran los buñuelos de acelga, los fusilli al fierrito y la entraña a la parrilla.
Muy concurrido por turistas que pasean por el casco histórico de la ciudad, y comensales legendarios, siempre desborda de clientes. Pietro Sorba especialista en temas gastronómicos, dice en su libro Bodegones de Buenos Aires, que con ese nombre el lugar comenzó en 1977, pero ese mismo local nació sirviendo cocina porteña desde 1930. Los platos más pedidos son las rabas y el mondongo a la española.
San Juan 1999, San Cristóbal
Es uno de los clásicos de Buenos Aires, más parecido a una rotisería que a un restaurante. Pero cumple las dos funciones. Las especialidades de la casa, son entre otras, fideos cinta con salmón y crema, el típico vacío al horno, o las mollejas al verdeo.
Como entrada, la especialidad es la picada de fiambres o el pollo rostizado.
Federico Lacroze 3779, Chacarita
Fundado por un inmigrante alemán, José Pavlak, es un típico bodegón germánico, famoso por sus platos como el goulash o las salchichas con chucrut. A cargo de la cocina en la actualidad se encuentra desde hace varios años, Abel Barbieri de juveniles 71 años, que reconoce que el goulash lo cocina con la misma receta que le enseñó una cocinera alemana a principios de los setenta. Otra especialidad de la casa es el bife Gambrinus, que lleva papas a la crema, palmitos, morrones y panceta ahumada, cuyo tamaño da para que coman dos personas. Sus clientes predilectos suelen ser Mex Urtizberea y Ricardo Darín, entre otros.
¿Pero quién fue Gambrinus, dónde se sirve la cerveza en botas de vidrio de más de dos litros? La historia cuenta que fue un personaje mítico de la edad media conocido también como el Rey de la Birra. Con el correr de los años y para palear el descenso en las ventas por la pandemia, se agregaron platos argentinos como las pastas caseras, pescados y vacío al horno.
Gracias a la inmigración europea, la cocina Argentina se ha transformado en una de las más completas de Latinoamérica. Y por eso tiene su propia historia y sus templos.