El 15 de julio de 1909 no faltó nadie a la inauguración del primer hotel cinco estrellas del país. Toda la aristocracia argentina se hizo presente, inclusive el presidente José Figueroa Alcorta. Todos menos su creador, Don Ernesto Tornquist, quien había muerto un año antes de aquella fastuosa velada a causa de una larga enfermedad.
El Plaza Hotel supo ser un lugar emblemático de Buenos Aires, inaugurado poco antes de los festejos del centenario de la Revolución de Mayo. Fue diseñado por el arquitecto alemán Alfred Züker, el mismo que construyó en Nueva York la Catedral de San Patricio. El contrato con Züker se realizó porque Don Ernesto Tornquist, alma máter del proyecto, quiso que su hotel pudiera compararse con los mejores de los Estados Unidos y de los países de Europa.
“Es rico como un argentino” era la frase que se escuchaba en buena parte del globo por aquellos años. No solo porque se trataba de un país jóven, sino porque Argentina era, verdaderamente, el granero del mundo. No era para menos, un año antes de la inauguración del Plaza Hotel, se había inaugurado el Teatro Colón, que se convertiría rápidamente, a su vez, en uno de los escenarios más importantes del planeta.
El Plaza albergó a grandes personalidades de todas las épocas: escritores, artistas, presidentes y reyes. Las razones: su exquisito lujo, su fina atención y una cocina con fama de excelencia, atractiva para los más diversos festejos privados y nacionales. Era el fuego que despertaba la Belle Époque. Al cabo de la muerte de Tornquist, su esposa, Rosa Altgelt, siguió paso a paso la marcha y las remodelaciones que fue realizando el hotel para ajustarse a los cambios que exigía el modernismo, pero siempre sin perder ese aire de distinción.
DE REYES, PRESIDENTES Y ARTISTAS
Sería imposible mencionar a todos los grandes personajes que se alojaron en el Plaza Hotel. Éstos son tan solo algunos de ellos: Walt Disney, Bing Crosby, Theodore Roosevelt, Indira Gandhi, Joan Crauford, Alain Delon, Catherine Deneuve, Farah Diba, Louis Armstrong, Sophia Loren, el Rey Juan Carlos y la Reina Sofía de España y Charles de Gaulle, a quien por su estatura hubo que fabricarle una cama especial.
Cuando Don Ernesto proyectó el hotel a gran escala, aún no existía el edificio Kavanagh; la Plaza San Martín tampoco tenía la belleza de estos días, aunque desde sus barrancas se podía ver el paso de los barcos que navegaban por el Río de la Plata. Por entonces, el Plaza Hotel quedaba lejos de las zonas habitadas por la alta burguesía porteña y del grupo de hoteles instalados a lo largo de la Avenida de Mayo.
En 1995 el hotel pasó a ser gerenciado por la cadena americana Marriott, que pagó 280 millones de dólares para hacerse con el negocio. En ese entonces el hotel ya contaba con un entorno enriquecido por la presencia de los Palacios Paz y Anchorena, hoy Círculo Militar y Ceremonial del Ministerio de Relaciones Exteriores. Desde fines de mayo de 2013, el edificio volvió a llamarse nuevamente Plaza Hotel, y hoy cuenta con 318 habitaciones y suites de máximo lujo.
Historia de una cocina de excelencia
El ego personal es irresistible: el ex presidente Marcelo T. de Alvear pidió que le pusieran su nombre a uno de los exquisitos postres que se fabricaban y se llamó el Gateau Alvear, que consistía una masa de hojaldre, dulce de leche y crema. Lo mismo sucedió con el tenor Luciano Pavarotti y el postre a base de crema y hongos. Pero Pavarotti, además, batió un record. En uno de sus viajes a Buenos Aires se alojó durante un mes y medio en el hotel y al despedirse se llevó una mesa de recuerdo.
La cocina actual sigue siendo criolla y francesa con platos como los huevos Po Parisky (pan ahuecado con huevos ponchados), las mollejas Demidoff, el pato a la Prensa, el medallón de lomo Orloff o el soufflé Gracé Grand Maunier.
ERNESTO TORNQUIST: UN GRAN ARGENTINO
Nació en 1842 y murió en 1908, a los 66 años. Formado como empresario en Europa, estudió en la Escuela de Comercio Alemana. Cuando regresó a la Argentina fundó, además del pueblo en la provincia de Buenos Aires que lleva su nombre, alrededor de 40 empresas. Entre sus muchos legados fue el fundador del Banco Tornquist y en Mar del Plata hizo numerosos aportes con contribuciones y donaciones para el desarrollo de la ciudad y el balneario, entre ellos la construcción sobre la costa de un clásico marplatense: el Belvedere. En 1872 se casó con su sobrina Rosa Altgelt, con la que tuvo catorce hijos. Fue, además, el fundador de la Gran Refinería de Azúcar, la Cervecería Bieckert e inició en Mendoza la exploración y explotación de petróleo, además de la construcción del Ferrocarril del Norte de Santa Fe, entre otras muchas obras.